No son pocas las personas que hacen actividad física
temprano por la mañana sin ingerir nada antes. Qué dicen los expertos sobre el
ayuno y el entrenamiento.
Al llegar la primavera-verano, entrenar temprano a la
mañana en ayunas era algo impensado hace no mucho tiempo. Sin embargo, la
última evidencia científica en la materia da cuenta de los posibles beneficios
de hacer ejercicio a primera hora del día sin haber comido antes.
Nueva evidencia asegura que las personas que entrenan
en ayunas queman alrededor de un 70% más de grasa que las que hicieron
ejercicio dos horas después de comer.
Pero, ¿la causa es el ayuno o el tipo de ejercicio?
Para el experto de la Universidad de Alberta, Norman Boulé,
“el ejercicio no es lo que varía; la diferencia está en la procedencia del
combustible. Si entrenamos en ayunas no usamos ese combustible que viene del
intestino así que debemos recurrir a las reservas de glucógeno -explicó a
Healthday TV-. Esto beneficia tanto el rendimiento físico como la salud a largo
plazo”.
Las primeras investigaciones muestran que la
disminución del glucógeno muscular y hepático mejora la resistencia a la
insulina, lo cual podría ser prometedor para quienes padecen diabetes tipo 2.
Según Boulé, “el hígado es el órgano que ayuda a
mantener la glucosa en el sistema para un correcto funcionamiento de las
funciones metabólicas y se agota bastante durante la noche. Y si encima la
persona hace ejercicio a primera hora de la mañana antes de haber comido, lo
agota aún más”, destacó.
Claudia Lescano es profesora de Educación Física y
licenciada en Alto Rendimiento Deportivo y reconoció que “hay mucha gente que
está usando como herramienta para el descenso de peso el ayuno intermitente
junto con entrenamiento”.
En su opinión, “el ayuno intermitente es muy bueno,
sobre todo en personas que tienen alguna patología metabólica y tienen que
mejorar la sensibilidad insulínica. Y entrenar en ayunas es otra estrategia
más. Creo que está bien y es acertado porque el hecho de ayunar ya obliga al
cuerpo a utilizar las reservas para volver a obtener energía que no está
ingresando al organismo por la alimentación. Y si en el medio se entrena, se
obtiene más rápido la energía de las grasas”, consideró la especialista, para
quien “siempre tiene que estar supervisado por un profesional y atendiendo cada
caso en particular, porque si no puede haber riesgo de hipoglucemia”.
Según explicó la especialista, “cuando se entrena
luego de que hayan pasado más de 12/14 horas desde la última comida se favorece
la gluconeogénesis. Cuando el cuerpo no tiene la glucosa inmediata recurre a
las reservas (primero al glucógeno almacenado en músculos e hígado) y después
recién a la grasa. Entonces si la persona entrena en ayunas se fuerza que se
provoque esa glucólisis (la utilización del glucógeno muscular) y recién
después con la gluconeogénesis (o sea con más horas de ayuno y entrenamiento
más intenso) se pasa a quemar la grasa”.
Además, científicos deportivos de la Universidad de
Nottingham Trent descubrieron que los participantes que realizaron ejercicio en
ayunas y alimentados por la noche no compensaron luego en la jornada las
calorías que se habían salteado más temprano en el día.
El doctor David Clayton es experto en nutrición y
fisiología del ejercicio de dicha universidad, y uno de los autores del
trabajo, y concluyó: “Combinar el ejercicio y el ayuno puede ser una forma
potente de aumentar los beneficios del ejercicio, por lo que nos gustaría
evaluar esto durante un período de tiempo más largo y explorar otras formas en
las que podemos hacer que el ayuno sea más fácil y conveniente para las
personas”.
El ayuno intermitente ganó popularidad en los últimos
años debido a sus posibles beneficios para la salud. Se trata de un patrón
alimentario que alterna períodos de alimentación con otros de —precisamente—
ayuno. En lugar de focalizarse en qué consumir, el enfoque se centra en cuándo
comer. Más allá de que hay diferentes formas de practicarlo, este método no
está recomendado para cualquier persona y la recomendación siempre es seguirlo
bajo la mirada de un especialista.
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