La neumonía continúa siendo una de las primeras causas de hospitalización y muerte en América Latina, a pesar de los muchísimos cambios que han ocurrido en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, en los últimos años hemos visto significativos avances en la lucha contra esta enfermedad a nivel mundial.
Esto es especialmente cierto cuando hablamos de los pequeños y jóvenes. En nuestros países, la tasa de mortalidad infantil entre los niños vacunados frente a neumococo, la bacteria que más frecuentemente se asocia a neumonía, ha disminuido drásticamente de unas 37 muertes por cada 1.000 nacidos vivos en el 2003, a 17 muertes por cada 1.000 nacidos vivos actualmente. Estas cifras son testimonio del valor de las vacunas.
Conforme las personas envejecen, sus sistemas inmunes son menos eficaces en la protección de enfermedades. De hecho, la edad es el principal factor en el desarrollo de las enfermedades por neumococo. Los adultos, especialmente las personas mayores de 50 años de edad, que viven con enfermedades crónicas como la diabetes y el asma se encuentran entre el grupo más vulnerable. Las personas con asma, por ejemplo, tienen casi 6 veces más riesgo de contraer neumonía neumocócica. La neumonía neumocócica es una infección en los pulmones que puede causar severas consecuencias.
Igualmente, las personas que viven con enfermedades que debilitan su sistema inmune, tales como el VIH/SIDA, son particularmente vulnerables a enfermedades serias y mortales como la neumonía neumocócica. Los individuos de 50 años de edad o mayores con VIH tienen 4 a 6 veces más riesgo de contraer neumonía neumocócica que los adultos sanos.
Un estudio realizado por el Instituto de Vacunas Sabin en el 2013, sostiene que el blanco de la neumonía en América Latina puede estar cambiando de los niños a los adultos y ancianos que no están vacunados contra la enfermedad. Este es un problema de salud pública apremiante para la región. Se estima que para el año 2040, más de un tercio de la población de América Latina tendrá más de 50 años de edad.
La neumonía está asociada con costos personales y sociales significativos. Y la carga de la enfermedad en los adultos sólo seguirá aumentando si no se toman las medidas apropiadas para prevenirla. Una buena higiene, una dieta saludable, hacer ejercicios regularmente y limitar la exposición a la contaminación del aire y el humo ayudan a la prevención de la neumonía, pero no son suficientes.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la vacunación es una de las intervenciones sanitarias más costo-efectivas. Anualmente, las vacunas previenen la muerte de entre dos y tres millones de personas de todas las edades alrededor del mundo. La prevención de enfermedades también es más eficaz cuando las personas adoptan la costumbre de hacerse chequeos físicos anuales, durante los cuales pueden consultar con su médico sobre la mejor opción de inmunización. La prevención de la enfermedad cobra mayor relevancia si se considera que para el 2050, se estima que haya 2.000 millones de personas en el mundo igual o mayor de 60 años.
El futuro socio-económico de nuestros países y el bienestar de los latinoamericanos en general dependen, entre otras cosas, de nuestra habilidad de prevenir y controlar las enfermedades neumocócicas, las cuales son la causa más común de enfermedad y muerte alrededor del mundo. Para lograrlo, es importante que todos pongamos empeño a dicha misión, desde pacientes y médicos hasta el sector privado y los gobiernos.
Juntos debemos lograr un mayor enfoque en el seguimiento y la vigilancia, en la sensibilización de la opinión pública a través de la educación y en dedicar más recursos a la prevención, detección y tratamiento de las enfermedades neumocócicas.
Asimismo, los países deben apoyar la innovación y la implementación de programas nacionales de inmunización y políticas de vacunación que protejan a niños y adultos por igual. Todos estos factores contribuirán a la mejora en la calidad de vida de los habitantes de nuestra región. Dr. Alejandro Cané
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