1 Así terminó Tobit su canto de acción de gracias
2 Tobit murió en paz a la edad de ciento doce años
y fue enterrado honrosamente en Nínive. El tenía sesenta y dos años cuando se
quedó ciego; y después de recuperar la vista, vivió en la abundancia, haciendo
limosnas, bendiciendo siempre a Dios y celebrando su grandeza.
3 Cuando estaba por morir, llamó a su hijo Tobías y
le recomendó» «Hijo mío, llévate a tus hijos
4 y parte en seguida para Media, porque yo creo en
la palabra que Dios pronunció contra Nínive por medio de Nahúm: todo eso se
realizará y le sobrevendrá a Asiria y a Nínive. Se cumplirá todo lo que han
anunciado los profetas enviados por Dios. No se perderá ninguna de sus
palabras, y todo sucederá a su tiempo. Habrá más seguridad en Media que en
Asiria y en Babilonia. Porque yo sé y creo que todo lo que Dios ha dicho se
cumplirá y se realizará: no fallará ni uno solo de sus oráculos. Nuestros
hermanos que habitan en la tierra de Israel serán llevados cautivos fuera de su
hermoso país. Toda la tierra de Israel quedará desierta. Samaría y Jerusalén
quedarán desoladas. La Casa de Dios será incendiada y devastada por algún
tiempo.
5 Pero Dios volverá a compadecerse de ellos y los
hará volver a la tierra de Israel. Ellos reconstruirán su Casa, aunque no como
la primera, hasta que se cumpla el tiempo señalado. Entonces volverán todos del
destierro y reconstruirán Jerusalén con toda su magnificencia. La Casa de Dios
será reconstruida en ella, como lo anunciaron los profetas de Israel.
6 Todas las naciones de la tierra se convertirán y
temerán de verdad a Dios. Todos abandonarán los ídolos que los hicieron
extraviar en el error.
7 Y ellos bendecirán al Dios de los siglos,
practicando la justicia. Todos los israelitas que se hayan salvado en aquellos
días se acordarán sinceramente de Dios e irán a reunirse en Jerusalén;
habitarán seguros en la tierra de Abraham y la recibirán para siempre. Se
alegrarán los que aman verdaderamente a Dios, y desaparecerán de la tierra los
que cometen el pecado y la injusticia.
8 Ahora, hijos míos, yo les recomiendo que sirvan a
Dios de verdad y que hagan lo que a él le agrada. Manden a sus hijos que
practiquen la justicia y la limosna, que se acuerden de Dios y bendigan de
verdad su Nombre, siempre y con todas sus fuerzas.
9 Tú, hijo mío, vete de Nínive; no te quedes aquí.
10 Una vez que hayas enterrado a tu madre junto a
mí, parte el mismo día y no te quedes más en este país, donde veo que se
cometen desvergonzadamente la iniquidad y el engaño. Mira, hijo mío, todo lo
que hizo Nadab con Ajicar, que lo había criado. ¿Acaso no lo sepultó en vida?
Pero Dios hizo pagar su infamia al criminal, porque Ajicar salió a la luz,
mientras que Nadab entró en las tinieblas eternas, por haber tramado la muerte
de Ajicar. A causa de sus limosnas, Ajicar se libró de la trampa mortal que le
había tendido Nadab, y este cayó en ella para su perdición.
11 Vean entonces, hijos míos, cuál es el fruto de
la limosna y cuál el de la injusticia que lleva a la muerte. Pero ya me falta
el aliento». Entonces lo tendieron sobre su lecho, y él murió y fue enterrado
honrosamente.
12 Cuando murió su madre, Tobías la enterró al lado
de su padre. Después partió con su esposa para Media y se estableció en
Ecbátana, junto a su suegro Ragüel.
13 El cuidó respetuosamente a sus suegros durante
su vejez, y los enterró en Ecbátana de Media. Tobías heredó el patrimonio de
Ragüel y el de su padre Tobit,
14 y vivió rodeado de estima, hasta la edad de
ciento diecisiete años.
15 Antes de morir, fue testigo de la ruina de
Nínive, y vio como sus habitantes eran llevados cautivos a Media por Ciajares,
rey de Media. El bendijo a Dios por todo lo que había hecho a los ninivitas y a
los asirios. Antes de su muerte, pudo alegrarse por la suerte de Nínive y
bendijo al Señor Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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