María Magdalena
es para la Iglesia Católica la feliz anunciadora
del acontecimiento más importante del cristianismo: la Resurrección de Cristo.
Y le agradecemos, a través del tiempo, su amor fiel que le permitió llorar con
la Virgen al pie de la Cruz, acompañar el cuerpo de su Señor a la tumba y ser,
también, testigo de su Resurrección. Nos alegramos con ella porque Cristo ha
Resucitado.
Pero ¿qué dicen
los Evangelios sobre María Magdalena? En
primer lugar, los Evangelios presentan a María Magdalena como una discípula de
Jesús, testigo presencial de su muerte en la cruz, y primera testigo de
su Resurrección. En los cuatro evangelios hay doce referencias a ella, once de
las cuales se vinculan directamente con la Pasión y Resurrección de Jesús (Mc 15, 40.47; 16,9; Jn 19, 25; 20,1-2;
11-18; Lc 24,1-11; Mt 27, 55-56.61; 28,1; Lc 24,10).
Sólo Lucas (8, 2) agrega el detalle de que “María, llamada la Magdalena” era la mujer a quien Jesús liberó de siete
demonios. No se sabe nada más. Tampoco
puede afirmarse que haya sido prostituta como se cree comúnmente. Ese error se
debió a una confusión del Papa Gregorio el Grande en una homilía del año
591, en la que confundió a la pecadora arrepentida de Lc 7,37 con María Magdalena.
Habiendo gozado
del privilegio de ser la primera en contemplar el Resucitado, fue enviada por
el mismo Jesús a anunciar a los apóstoles la buena noticia. Juan Pablo II en la carta Mulieris
Dignitatem se refirió a ella como la apóstol de los apóstoles,
título que ya usaban los padres de la Iglesia en los primeros siglos y la
describió como una de esas “mujeres que demostraron ser más fuertes que los
apóstoles” en el momento de la crucifixión, permaneciendo al lado de Jesús.
El 10 de junio
de 2016, la Santa Sede elevó por decreto la memoria de santa María Magdalena a
grado de fiesta en el Calendario Romano General, y se le celebra el 22 de
julio. JAN
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