Más allá del amplio abanico de emojis que tenemos para escoger nuestro estado de ánimo, éstos ¿expresan lo que sentimos realmente? ¿Acaso se nos acelera el corazón cuando el chico o la chica que nos gusta nos envía una cara enamorada? La necesidad de comunicar lo que sentimos y pensamos nos ha acompañado desde los inicios de los tiempos, no es cosa nueva, no es que de repente los emojis se estén mostrando como una inimaginable versión del lenguaje. Lo que ocurre es que se han convertido en la excusa perfecta para preferir expresar cierto tipo de emociones, que en la vida real, la de afuera, en la que le hablas a alguien viéndolo a los ojos, se vuelven cada vez más complejas.
En 1995 los móviles Pocket Bell fueron lanzados al mercado con lo que hoy podemos conocer como uno de los emojis más comunes en nuestros celulares: el corazón. La posibilidad de enviar este pequeño símbolo a través de estos dispositivos cambió por completo la perspectiva del lenguaje y le permitió a la plataforma i-mode diseñar un conjunto más completo de estas divertidas caritas. Lo que tal vez nunca imaginarían es que tras unos años, la cantidad de emojis aumentaría al escandaloso número de 1.500.
1. ¿Prefiero discutir temas relacionados con mis sentimientos a través del celular?
Vale, que esto no suene a regaño pero si a un motivo por el que nos detengamos unos minutos a pensar si realmente le huimos a esas conversaciones cara a cara. Negarnos a aceptar que la forma en que nos comunicamos ha cambiado es casi imposible, hoy todos andamos con el celular en la mano hasta para ir al baño y cuando se nos descarga tenemos esa sensación incomoda, ese vacío que nos hace sentir ‘desconectados’ de la supuesta realidad que nos une con los demás.
Lo grave del asunto es que hemos permitido que las conversaciones de nuestras relaciones personales se lleven a cabo en un 90% a través de estos dispositivos, lo que nos deja como resultado amplias posibilidades de llegar a escenarios que jamás pensamos ocurrirían virtualmente, como rupturas, infidelidades, acoso o maltrato. Los emojis nos permiten darle un toque más ligero y agradable a las conversaciones, convierten simples palabras en algo más divertido y nos ayudan a quitarle la formalidad a algunas frases, pero nunca reemplazarán las palabras que se dicen de frente.
No pretendo que nos vayamos al extremo de la exageración y demos por sentado que lo estamos haciendo todo mal al usar estas caritas a diario. El llamado va a ser coherentes y conscientes de que la interacción humana no debe ser reemplazada por las conversaciones que tenemos con nuestros amigos y familiares a través de mensajes de texto o de WhatsApp.
2. ¿Nuestras emociones se han convertido en algo pasajero?
Tal vez el corazón, el abrazo o el beso que enviamos es realmente signo de lo que sentimos y los emojis nos permiten expresar mucho más fácil, cosas de las que no nos atreveríamos a hablar en persona. Sin darnos cuenta dejamos de escuchar la voz de nuestros seres queridos por días o incluso semanas, debido a que nuestra comunicación se limita al chat.
Tampoco nos vemos con frecuencia, usamos los videos llamadas de vez en cuando, pero al finalizarlas volvemos a los mensajes cortos o a las caritas de tristeza que pueden significar ‘te extraño’, ‘no me siento bien’, ‘lo lamento’. El beso o el abrazo que enviamos en pocos segundos a través de nuestro celular tampoco puede causar las mismas sensaciones que desemboca el contacto físico y en resumidas cuentas muchas de nuestras relaciones se convierten en algo pasajero, en un vaivén de caritas que quieren gritar pero que pueden ser interpretadas de manera equivocada.
Nos hemos convertido en personas con respuestas automáticas, algunas veces ni siquiera sabemos qué decir y optamos por enviar un emoji que cubra nuestra falta de interés o que tal vez nos incite a cambiar de tema. Reconocer nuestras propias emociones y las de los demás se convierte en un laberinto, donde no sabemos a ciencia cierta qué es real y que no.
Los emojis incluso se han convertido en un pasatiempo dentro de los grupos de WhatsApp, en los que algún perspicaz miembro del chat envía una lista de caritas y símbolos para que los demás descifren el mensaje. Pueden ir desde nombres de películas, grupos de música, hasta refranes o frases típicas. Y aunque algunas veces estas caritas nos sacan de aprietos cuando no tenemos mucho tiempo para responder, no cometamos el error de negarnos ante la propuesta de un encuentro personal.
El tiempo que le dedicamos a nuestros amigos y familiares es valiosísimo, no permitamos que la tecnología nos separe, empleándola como una herramienta que nos permita facilitar el diálogo y el encuentro frecuente. NC
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