Texto del Evangelio (Mt
13,10-17): En aquel tiempo, acercándose
los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les
respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino
de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará;
pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en
parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se
cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar,
miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han
hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos,
con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.
»¡Pero
dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os
aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no
lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».
Comentario del Evangelio
Hoy las
palabras de Jesús suenan un poco misteriosas. Pero son muy precisas: Dios
siembra generosamente. Si el corazón responde, entonces experimenta más hambre
de Dios y recibe todavía más... Pero si el corazón está cerrado (sin ‘surcos’
profundos) o lleno de rocas, entonces…
—Muchas
almas han tenido pocas oportunidades en la vida. A ésos Dios les habla
suavemente, con parábolas, desde las cosas de la tierra. Otros —quizá tú mismo—
hemos recibido más y Jesús puede hablarnos más directamente. ¡Qué suerte!, ¿no?
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