domingo, 24 de diciembre de 2023

El Adviento…

Es el comienzo del año para los cristianos. Significa que esperamos la venida de Jesús. Dios se quiso hacer hombre para ser uno más entre nosotros. Quería pasar por las  mismas dificultades, por las mismas alegrías y nacer igual que las personas. Eligió a la mejor mujer que ha existido y existirá, María. Pudo nacer en un palacio pero nació en un pesebre. Todo lo hizo para enseñarnos cómo debíamos portarnos es decir sin egoísmo, sin envidia, con todo el amor que seamos capaces.

En Adviento esperamos el momento de esa llegada de Jesús y nos preparamos para la Navidad.

No nos debemos preocupar por los regalos caros, los juguetes, los dulces. Tenemos que dar todo el cariño, la comprensión y la alegría, a nuestra familia, a nuestros amigos incluso a las personas que no conocemos. Entonces Jesús también llegará a nuestra casa y estará feliz en ella.

Recordemos que se quedó con nosotros en la Eucaristía y aunque celebramos en Adviento su llegada, en realidad está con nosotros en el pan y en el vino y por un milagro se convierte en su Cuerpo y su Sangre. ¡Qué suerte tenemos!  Nuestro mejor amigo quiere quedarse con nosotros, siempre que comulgamos.

Haremos un calendario de Adviento y cada día haremos algo bueno. Cuando sea el cumpleaños de Jesús, el día de Navidad, se lo regalamos. ¿Os parece?

Ahora vemos lo que le pasó a un niño que  estaba esperando a Jesús.

EL SUEÑO DE ANDRÉS

Se sentó en la cama de un salto. Andrés había soñado que Jesús, pero el mismo que nació en Belén, iba a visitarle ese día. ¿Había sido un sueño?

Empezó a preguntarse cómo sería, si vestiría como en la Biblia que tenía en su estantería, como hablaría, qué le diría. Porque no estaba seguro, había sido tan real el sueño…

Por si acaso se lavó, se peinó, se vistió y salió a desayunar.

Su madre estaba admirada de lo guapo que se había puesto. Cuando acabó de desayunar, fue a la habitación, era sábado y su hermano pequeño estaba haciendo la ficha del colegio. Tenía que hacerla para el lunes y no sabía. Casi sudaba.

Andrés le ayudó. La cara de Gonzalo se iluminó. ¡Había acabado en media hora! Estaba tan contento.

Se estaba haciendo tarde y Jesús no aparecía.

Loreto lloraba porque tenía hambre y mamá no había acabado de hacer la comida de los mayores.

Mamá, ¿quieres que dé de comer a Loreto? dijo Andrés a su madre.

Claro hijo, no sabes lo que me ayudarías.

En cuanto Loreto acabó el plato, se oye una voz que dice “A mir” es la forma que tiene su hermana de decir “a dormir”. La acostó en la cama y se durmió en el acto.

Por la tarde bajó Andrés al jardín y se encuentra a Pablo llorando.

¿Por qué lloras? Porque he perdido el Power Rangers de mi hermano y se me va a caer el pelo.

¿Te ayudo a buscarlo? ¿Harías eso por mí?

Al cabo de un rato apareció debajo del seto. Pablo le dio las gracias muchas veces.

Pap’a quería dar un paseo. Andrés pensaba que si el sueño no era un sueño y venía Jesús a su casa no iban a estar.

Pero obedeció, dio gusto a papá y se fueron de paseo.

Encontraron en la puerta del supermercado a una señora pidiendo. Siempre estaba allí hiciera frió o calor.

Andrés llevaba un euro para comprarse chucherías. Se lo dio a ella, le hacía más falta.

Cuando llegó a casa llamó a sus abuelos. Les preguntó cómo habían pasado el día, les recordó que iría el miércoles como siempre y que les quería mucho.

El día había pasado y Jesús no había aparecido. Le hubiera gustado conocerle en persona. Había sido un sueño.

Se puso el pijama era la hora de dormir. Se acostó. Oyó una voz que le decía.

He ido a verte pero no me has reconocido. Cuando ayudaste a tu hermano, cuando diste de comer a tu hermana, es como si lo hubieras hecho por mí. Cuando tu amigo estaba triste, es como si me consolaras a mí. Cuando llamaste a tus abuelos para alegrarles el día, me lo alegraste a mí.

Detrás de cada cosa buena que haces, allí estoy yo. Una vez le dije a mis amigos que si ayudaban a los demás, lo estaban haciendo por mí.

Cuando estáis todos juntos, reunidos en mi nombre, allí estoy yo.

He estado todo el día, contigo pero no me has reconocido.

Se durmió profundamente.

CONCLUSIÓN

A Jesús no le vemos en persona pero está en todas las cosas buenas que hacemos. Nos dijo que cuando nos reuniéramos en su nombre allí estaba Él. MLMR

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