Las lecturas bíblicas que se proclaman en este último domingo del Adviento,
en la liturgia de la Iglesia Católica, son una clara invitación a contemplar el
misterio que celebramos en la Navidad, a saber EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS.
Aquí las principales afirmaciones que encontramos en los textos bíblicos de
este domingo:
La Virgen María aparece como la mujer escogida para ser la madre del Hijo
de Dios. María y su concepción virginal llevan a plenitud la promesa que Dios
hizo en el pasado a través del profeta Isaías (Cfr Is 7, 14). Ella nos ha dado al EMMANUEL, Dios con nosotros.
La concepción y el nacimiento de Jesús son un prodigio divino, así se
revela en el evangelio que escucharemos este domingo (Mt 1, 18-24). La encarnación del Hijo de Dios se llevó a cabo por
Dios mismo. “Ella ha concebido por obra del Espíritu Santo”. “Él salvará a su
pueblo de sus pecados”. El único que puede hacer todo esto es Dios, nadie más.
Una de las figuras importantes de este domingo lo constituye sin duda san
José, el esposo de la Virgen María. El evangelio lo define como un hombre
justo. Para la Biblia, un hombre justo es equivalente a un hombre sabio y
santo. Porque San José es un hombre justo, entiende el mensaje del Ángel de
Dios y termina haciendo la voluntad de Dios. Es esta justicia la que lo impulsa
a proceder así con la Virgen María, “resolvió repudiarla en secreto” (cfr Mt 1,19).
Tomando en cuenta este contexto tenemos ahora una hermosa oportunidad para
colocarnos frente a los nacimientos y reconocer las enseñanzas que ahí se nos
transmiten. Los nacimientos que hemos colocado en nuestras casas, que vemos en
lugares públicos o en los centros comerciales son como un libro en el que
encontramos muchas verdades. Las figuras representadas de la Sagrada Familia,
los pastores, los magos de oriente, los ángeles, los animales, la naturaleza,
el ambiente de un pesebre adquieren voz y tienen un bello mensaje para
nosotros.
El Nacimiento nos habla en primer lugar del amor de Dios. Así lo expresa el
evangelista Juan cuando dice: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su hijo
único para que el que crea en él tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Viendo el nacimiento pensamos inmediatamente hasta
dónde ha llegado el amor de Dios por nosotros. Dios no se avergüenza de su
criatura, el ser humano, se acerca a él para redimirlo.
En el portal de Belén encontramos la gramática del ser humano, en él se nos
revela el valor de la familia y de la vida humana. La familia es tan importante
para la persona que hasta el hijo de Dios quiso nacer en el seno de un hogar.
La vida humana es sagrada, así lo revela la imagen del niño Dios que aparece
acostado en un pesebre junto a María y José, observamos además cómo la vida de
un niño necesita ser cuidada y protegida por sus padres porque la vida es
frágil y breve.
En la imagen del niño Dios se revela también la dignidad del ser humano, el
ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, goza de libertad e
inteligencia, es capaz de amar y diseñar su propio futuro. El hombre es una
criatura que depende de Dios, que colabora con él y que aprende de sus
mandamientos.
En los nacimientos observamos además cuales son las actitudes con las que
hay que acercarse al hijo de Dios. Es la actitud del reconocimiento y adoración
de los pastores, del ofrecimiento de lo mejor de nosotros como viene
representado en los reyes magos; vemos además representada la obra maravillosa
de la creación, la naturaleza animal y vegetal, todo se armoniza para recibir
al hijo de Dios que nace pobre y fue acostado en un pesebre.
¡Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad! JMSR
No hay comentarios.:
Publicar un comentario