Hay cosas que solo aprendemos… cuando las perdemos. La luz, cuando se
apaga. El calor, cuando ya no abraza. La voz, cuando el silencio duele más que
el ruido.
Y también pasa con Dios.
No notaste que estaba cuando caminabas tranquilo, cuando el amor te
llenaba, cuando la vida tenía sentido sin necesidad de explicaciones.
Pero un día te alejaste. Sin grandes rupturas. Sin culpas marcadas. Simplemente…
dejaste de mirar. Y ahora, tal vez, lo extrañas. Sin
saber cómo volver.
Buenas
noticias:
Él no se ha ido. Dios no se marcha cuando tú te vas. Se queda… en el último
lugar donde lo dejaste. En esa banca. En esa calle. En ese suspiro. Esperando
que regreses… no para juzgarte, sino para abrazarte como si nunca te hubieras ido.
Versículo sugerido:
“Volveré a mi casa y la encontraré vacía,
barrida, y en orden…” (Mateo 12,44) RM
No hay comentarios.:
Publicar un comentario