Ofrecemos estos
breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación
individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la
misa del domingo 30 de noviembre de
2025.
Se dividen en tres
partes: lo que Dios nos dice (con un comentario que nos puede ayudar a
comprender el Evangelio); lo que nosotros podemos decirle a Él como respuesta;
y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que ayuden a
muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro Señor.
Dios nos habla
•
“En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el
Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron
al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca;
y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo
mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el
campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo,
una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben
qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué
hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes
de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá
a la hora menos pensada” (Mt 24,37-44).
•
“Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de
despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando
abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las
obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno
día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta
de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario,
revístanse del Señor Jesucristo” (Rm
13,11-14ª).
Reflexión
•
“Llamo «cielo» a aquel a cuya alma viene Cristo, y llama a su
puerta; si le abre, entrará a él. Y no entra solo sino con el Padre, como él mismo
dice: Yo y el Padre vendremos a él y haremos morada en él. Ya ves que el
Verbo de Dios provoca al ocioso y despierta al dormido. Pues quien viene y
llama a la puerta, señal de que quiere entrar. Si no siempre entra, si no
siempre permanece, eso ya depende de nosotros. Que tu puerta esté abierta de
par en par para el que viene: ábrele tu alma, ensancha el regazo de tu
inteligencia, para que pueda ver la riqueza de simplicidad, los tesoros de paz,
la suavidad de la gracia. Dilata tu corazón, sal al encuentro del sol de la luz
eterna, que alumbra a todo hombre. En realidad la luz verdadera luce para
todos: pero si uno cierra sus ventanas, él mismo se privará de la luz eterna” (San Ambrosio, Sobre el Salmo 118).
Nosotros le hablamos
•
“A ti, Señor, elevo mi alma; Dios mío, yo pongo en ti mi
confianza. Que no tenga que avergonzarme ni se rían de mí mis enemigos. Ninguno
de los que esperan en ti tendrá que avergonzarse” (Antífona de entrada).
•
“Dios todopoderoso y eterno, te rogamos que la práctica de
las buenas obras nos permita salir al encuentro de tu Hijo que viene hacia
nosotros, para que merezcamos estar en el Reino de los cielos junto a Él. Que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos” (Oración Colecta).
Nuestra vida cambia
•
¿Qué buenas obras intentaré hacer, con la gracia de Dios,
para esperar a Cristo?
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