Delfina, Beata
Viuda, Patrona de las Novias, 27 de Noviembre
Martirologio Romano: En Apt, de la Provenza, beata Delfina, esposa de san Elzeario de Sabran, con el cual prometió guardar la castidad, y después de su muerte permaneció en la pobreza y en la oración. (†1358/1360)
Etimológicamente: Delfina = Aquella que mata serpientes. Viene de la lengua griega
Fecha de beatificación: 24 de julio de 1694 por el Papa Inocencio XII
Delfina de Signe, nació hacia 1284 en Puy Michel en los montes del Luberón, Francia, de la noble familia Glandèves. Una encantadora figura de mujer, que pasa por el mundo llevando a todas partes la luz de su gracia, el perfume de la virtud, el calor de su afecto. No era una santidad ruidosa, que haya marcado la historia de su tiempo, sino una santidad delicadamente femenina que se difundió a su alrededor como linfa silenciosa y generosa para alimentar en el bien a cuantos estuvieron a su alrededor a lo largo de su vida.
Desde niña su presencia fue luz y consuelo para su familia. A los 12 años ya estaba prometida a un joven no inferior a ella por su gentileza, nobleza de sangre y belleza de alma. Elzeario, el novio, era hijo del Señor de Sabran y conde de Ariano en el reino de Nápoles. Desde el nacimiento su madre lo había ofrecido en espíritu a Dios y más tarde un austero tío lo había educado en un monasterio. Las bodas tuvieron lugar cuatro años más tarde. Fue un matrimonio “blanco”, porque los dos jóvenes esposos escogieron la castidad, un medio de perfección espiritual más alto y arduo. En el castillo de Ansouis, los dos nobles cónyuges vivieron no como castellanos sino como penitentes; no como señores feudales sino como ascetas dignos de los tiempos heroicos de la primitiva Iglesia.
Pasados al castillo de Puy Michel, entraron a la Tercera Orden Franciscana. Su vida interior se enriqueció con una nueva dimensión, la de la caridad, mediante la cual ellos, ricos por su condición, se hicieron humildes y pobres para socorrer a los pobres. Delfina y su esposo a más de las penitencias, oraciones y mortificaciones, se dedicaron a todas las obras de misericordia, destacándose en todas.
Cuando Elzeario fue enviado a su ducado de Ariano como embajador en el reino de Nápoles, la actividad benéfica de los dos esposos continuó en un ambiente todavía más difícil. En medio de tumultos y rebeliones, los dos Santos fueron embajadores de concordia, de caridad, de oración. Continuaron sus buenas obras multiplicando sus propios esfuerzos y sacrificios hasta conquistarse la admiración del pueblo.
Elzeario murió poco después en París. Delfina en cambio le sobrevivió largo tiempo y honró la memoria de su esposo del mejor modo posible continuando las buenas obras e imitando sus virtudes. Tuvo la alegría de ver a su esposo colocado por la Iglesia en el número de los Santos. Ella, a los 74 años pudo reclinar su cabeza serena y feliz para el eterno descanso. Murió en Calfières, el 26 de noviembre de 1358.
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