El cáncer pediátrico abarca aquellos tipos de cáncer que aparecen en niños y adolescentes antes de los 15 años. Si bien son poco frecuentes y su incidencia y mortalidad van en descenso, todavía es una de las primeras causas de mortalidad infantil.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) esta enfermedad representa entre un 0,5 y un 4,6% de la carga total de morbilidad por esta causa. Alrededor del planeta, las tasas de incidencia oscilan entre 50 y 20 niños cada un millón.
Las características del cáncer infantil se diferencian considerablemente de las del cáncer en adultos. Mientras que en adultos los tipos de cáncer más frecuentes son el de pulmón, de colon, de mama y de próstata, en los niños los más frecuentes son las leucemias, los tumores del sistema nervioso, de hueso, sistema linfático y de hígado.
Cada uno de estos tipos se comporta de manera diferente, pero, teniendo en cuenta la juventud del paciente, se caracterizan por la proliferación descontrolada de células anormales. Ciertos tipos tumorales como los neuroblastomas, los nefroblastomas, los meduloblastomas y los retinoblastomas se dan casi exclusivamente en niños.
En cuanto al tratamiento, aunque no siempre es igual que en los adultos, los niños suelen soportarlo mejor. “Algunos chicos tienen mejor tolerancia al tratamiento por su pensamiento. Un niño no proyecta de acá a un año, no piensa tanto en el mañana y vive más el día a día. Por eso lo toleran más”, señaló el Dr. Fernando Heinen, especialista en cirugía pediátrica.
En este sentido, los padres y la familia cercana juegan un rol fundamental. “Nosotros intentamos cuidar al que cuida, porque toda la información sobre el tema el chico la va a recoger de sus padres. Hay que trabajar en eso, explicarle a los padres que el chico se va sentir nauseoso, mareado, débil, va a tener fiebre. Todo eso hay que anticipárselo a los papás para que ellos tengan la información y la puedan transmitir de forma adecuada”, indicó el experto.
Según la OMS, el panorama respecto a los factores de riesgo en relación al cáncer todavía no es claro. Las radiaciones ionizantes y la toma de dietilestilbestrol durante el embarazo -una hormona que ya no se utiliza como tratamiento- son dos de los factores identificados. Algunos tipos de cánceres pediátricos tienen relación con un factor genético, tanto individual como poblacional, según sugieren las diferencias evidenciadas entre grupos demográficos étnicamente distintos. Una serie de estudios sugieren también que virus como el EBV, el virus de la hepatitis B, el virus del herpes humano o el VIH también pueden incrementar el riesgo de padecer determinados cánceres infantiles.
“Respecto a los factores ambientales, hay áreas a veces cercanas a ciertas industrias o con uso plaguicidas, por ejemplo, donde es llamativa la mayor incidencia de cáncer en niños. Cuando fue lo Chernóbil en los 80, los chicos estuvieron expuestos a mucha radiación y por eso los cánceres tiroideos fueron epidemia en Rusia y Ucrania”, dijo el Dr. Heines. Sin embargo, aclaró que a diferencia de los adultos, en niños “los factores de riesgo no son tan lineales”.
Si bien algunos cánceres presentan signos y síntomas inespecíficos, otros surgen únicamente en fases avanzadas. En países donde los niños tienen un intenso seguimiento médico las posibilidades de detección precoz son más elevadas. En esos países, además, las posibilidades de curación alcanzan el 80% durante 5 años o más después del diagnóstico.
“A veces los chicos tienen algunos cánceres -por ejemplo el neuroblastoma, el linfoma o un tumor de Wilms, típico de los niños en el riñón- que generalmente se diagnostican porque la madre al bañarlo le encuentra un bulto”, informó el especialista. “La leucemia en cambio se detecta por anemia, por sangrados y hematomas, ganglios que se palpan en la ingle y axilas, fiebre sin saber la causa, dolores óseos o una pérdida de vitalidad, los chicos se vuelven hipoactivos”.
Los resultados de las terapéuticas en el cáncer infantil dependen del tipo de tumor, su detección temprana, la edad del paciente y la respuesta al tratamiento que suele combinar distintos recursos terapéuticos, como la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. Las claves de una recuperación son la detección temprana y la elección de un tratamiento que evite consecuencias permanentes. La distribución por sexo en los niños con cáncer muestra una ligera predominancia en los varones. La distribución de las patologías en Argentina indica que las leucemias constituyen la enfermedad oncológica más frecuente, seguida de los tumores del sistema nervioso central y los linfomas.
Por año, se diagnostican en Argentina entre 450 y 470 leucemias. De ese total, más de la mitad logran curarse con un tratamiento muy intenso y con requerimientos de instituciones de alta complejidad y profesionales especializados. Los pacientes con sospecha de cáncer infantil deben ser atendidos en centros de referencia con mucha experiencia en el diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades. El equipo de salud debe estar alerta y derivar a centros especializados a los pacientes con sospecha de cáncer infantil.
A pesar de todo, el especialista puso una luz de esperanza sobre el tema. “La palabra cáncer tiene una connotación muy cercana a la muerte, pero eso en el cáncer infantil es muy falso. La leucemia se cura más del 90%, los tumores renales, la mayoría, también se curan más del 90%. Los linfomas hoy en día tienen una curación de altísimo porcentaje”.
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