jueves, 17 de noviembre de 2016

Epidemia de obesidad - Un complejo desafío


Según la OMS el 65% de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad causan más muertes que la desnutrición. Se calcula que el 44% de los casos de diabetes, el 23% de la cardiopatía isquémica y hasta un 41% de los casos de cáncer son atribuibles a la obesidad. 
Esto se debe a que por un lado la especie humana está diseñada de manera de proteger las reservas de grasa. Por tanto, a medida que nuestra disponibilidad calórica ha aumentado y nuestra vida se ha tornado sedentaria, la obesidad y las co-morbilidades han incrementado su prevalencia. Si bien la obesidad está causada por un balance positivo de energía, muchos otros factores determinan la pandemia:
  • Normas de consumo de productos altos en calorías en porciones hipertróficas.
  • Normas de movilidad restringida debido a largas jornadas escolares y laborales, elevada criminalidad, intensa mecanización, alto desarrollo tecnológico y la competencia entre el mercado del entretenimiento y la práctica de actividad física.
  • Altos niveles de estrés y de incertidumbre generan no solo ansiedad y depresión sino malas decisiones.
  • Prescripción de medicamentos que aumentan la ingesta y el peso.
  • Disbiosis de la microbiota que genera ganancia de peso e inflamación -deuda de sueño (dormimos menos de 7 horas por noche) que incrementa hambre y disminuye el gasto energético.
  • Climatización constante de los ambientes que minimiza la demanda energética.
  • Presencia de disruptores hormonales que interfirieren con la señalización hormonal.
Dada la complejidad de la etiopatogenia de la obesidad, sorprende la ausencia de programas de prevención. La obesidad es una enfermedad prevenible siempre que las estrategias sean integradas y multisectoriales. Se trata de una enfermedad compleja, una escandalosa epidemia de muerte lenta que requiere desarrollar urgentemente acciones con impacto sanitario no solo para beneficio de la comunidad sino de los sistemas de salud que no podrán hacer frente a los costos que la obesidad y sus patologías asociadas generan. 
El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). 

La definición de la OMS es la siguiente: Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso. Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad. 

Se aconseja la incorporación de hábitos saludables tanto para tratar la enfermedad, como para su prevención. La alimentación saludable y la actividad física suficiente y regular son los principales factores de promoción y mantenimiento de una buena salud durante toda la vida. 
Desde la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) recomiendan generar conciencia a nivel comunitario e individual sobre esos dos ejes: Alimentación y Estilo de Vida. Dra. Zulema Stolarza – Dra. Mónica Katz

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