Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, Beato
Presbítero y Fundador, 17 de Marzo
Martirologio Romano: En la ciudad de Málaga, en España, beato Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, presbítero, que consagró su vida en el ministerio al servicio de la Iglesia y de las almas, y, para procurar mejor la gloria de Dios Padre en Cristo, fundó la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Santísima Virgen María de la Merced († 1905).
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Fundador de la Congregación de las hermanas Mercedarias de la Caridad.
Nació en Granada, el 11 de octubre de 1831, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, Don Antonio Zegrí Martín y Doña Josefa Moreno Escudero, le dieron una esmerada educación. Forjaron su rica personalidad en los valores humano/evangélicos; valores que le otorgaron una elegancia natural y una capacidad de relación entrañable y cercana para con todos.
Dios Padre, por su Espíritu, le regaló la vocación sacerdotal para servir a los seres humanos el Evangelio de la caridad redentora. Después de cursar sus estudios se ordena sacerdote en la catedral de Granada el día 2 de junio de 1855.
Impactado por los problemas sociales y por las necesidades de los más desfavorecidos, se sintió llamado, también, a fundar una Congregación religiosa para liberar a los seres humanos de sus esclavitudes. La funda bajo la protección e inspiración de María de la Merced, la peregrina humilde de la gratuidad de Dios, en Málaga, el 16 de marzo de 1878.
Hijo fiel de la Iglesia, y bajo el signo de la obediencia de la fe, como entrega de una vida, muere un 17 de marzo de 1905 en la ciudad de Málaga, sólo y abandonado, como él había decidido morir; a ejemplo del Crucificando, fijos los ojos en el autor y consumador de nuestra fe.
El sueño más acariciado por él, que fue también el carisma que recibió como don, para bien de la Iglesia y de la comunidad humana, fue:
“Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos”.
Vivió e hizo suyas todas las virtudes cristianas de manera heroica, sobre todo la fe, la esperanza y la caridad y todas aquellas virtudes humanas que dan elegancia a la caridad y la hacen entrañable en las relaciones: humildad, afabilidad, dulzura, ternura, misericordia, bondad, mansedumbre, paciencia, generosidad, gratuidad y benevolencia.
Canonización
La Iglesia reconoció sus virtudes heroicas proclamándolo Venerable el día 21 de diciembre del año 2001.
Realizó un milagro que la Iglesia ha considerado de segundo grado en la persona de Juan de la Cruz Arce, en la ciudad de Mendoza, Argentina, restituyéndole el páncreas, que se le había extirpado totalmente en una intervención quirúrgica.
Su beatificación, el día nueve de noviembre de 2003, nos introduce a todos en la merced de Dios, en ese espacio de gratuidad en la que Dios es gracia permanente, liberada y redención de todo lo que oprime a los hombres y mujeres de hoy.
Dejemos que su palabra escancie nuestro corazón cuando nos dice: ¡Cómo llenará vuestro corazón, como os parecerá hermoso, el día que podáis decir al terminarlo: hoy he curado esta llaga, he dulcificado tal desgracia, he enjugado las lágrimas de alguien que sufre con una palabra de consuelo!
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