jueves, 16 de marzo de 2017

No me siento protegido(a) en el matrimonio


La protección mutua en el matrimonio es una manifestación de amor muy importante.
Proteger significa: Amparar, favorecer, defender. Resguardar a una persona, animal o cosa de un perjuicio o peligro, poniéndole algo encima, rodeándole.
¿Qué es la protección en un matrimonio? Protección en el matrimonio es una necesidad fundamental que ambos necesitan experimentar. Significa que al hombre le corresponde amparar, favorecer, defender y resguardar a su esposa de todo perjuicio o peligro, rodeándola con su amor. Especialmente cuando su esposa se equivoque o cometa un error.
NO expongas a tu esposa a la crítica ni al rechazo de nadie, ni de tus padres, ni de tus hijos, mucho menos de ti mismo. Igualmente la esposa debe proteger, favorecer, defender y resguardar a su esposo permanentemente con una actitud de respeto hacia la autoridad que él representa.
Una esposa NUNCA debe hablar mal de su esposo ni permitir que nadie hable mal de él. Si su esposo está fallando realmente y lo que dicen de él es cierto, usted no puede negarlo, pero tampoco ponerse de acuerdo con otras personas a juzgarlo ni hacer comentarios negativos de él.
La actitud correcta sería algo como: bueno, entiendo que mi esposo tal vez no ha actuado correctamente, pero yo voy a hablar con él, voy a bendecirlo a cubrirlo en oración para que Dios le ayude a reconocer su error y a cambiar su actitud.
1 Pedro 4:8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor, porque el amor cubrirá multitud de pecados. Nuestros propios pecados serán perdonados cuando manifestamos ese amor capaz de cubrir fielmente las debilidades de nuestro cónyuge, no para encubrirlas hipócritamente, sino para trabajarlas a lo interno del matrimonio.
Ambos cónyuges necesitan tener absoluta confianza de que su cónyuge siempre le cubrirá, que aun cuando se equivoque, que no será expuesta su debilidad, sino que recibirá el perdón, hablarán y solucionaran las diferencias. Esta actitud genera una fuerte conexión en la relación.
Si tu reconoces que has expuesto a tu cónyuge, que no le has protegido, debes pedirle perdón a Dios y a tu cónyuge y hacer un pacto de protección mutua, no para tapar las debilidades, sino para hablar de ellas entre los dos, orando y buscando soluciones que les ayude a mejorar en cualquiera que sea el área de debilidad.
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. ¡Cuídalo! LyHF

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