El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o nervioso.
El estrés es la reacción de su cuerpo a un desafío o demanda. En pequeños episodios el estrés puede ser positivo, como cuando le ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha límite. Pero cuando el estrés dura mucho tiempo, puede dañar la salud.
Las causas del estrés son diferentes para cada persona. Se puede tener estrés a causa de buenos desafíos y también a causa de los malos. Algunas fuentes comunes de estrés incluyen:
- Casarse o divorciarse
- Cambio de situación económica
- Cambio en las condiciones de vida
- Despido
- Empezar un nuevo empleo
- La muerte de un cónyuge o un familiar cercano
- Jubilación
- Tener un bebé
- Mudanza
- Tener una enfermedad grave
- Problemas en el trabajo
- Problemas en la casa
Después de investigar y desde mis propias experiencias, entendí que hay muchas maneras de entender al estrés, una como algo que me está queriendo decir... Detenerme a reflexionar sobre la situación actual y así empezar un análisis para trascender esa situación.
Desde el coaching ontológico encontré una herramienta importante, no digo que sea la única... Pero para mí fue fundamental, inclusive mis clientes mejoran su calidad de vida cuando entienden que les quiere mostrar el estrés.
En muchas ocasiones, el común denominador de las mujeres, no siente valorado su trabajo en el hogar... Sintiendo frustración, lo que las lleva a un estado de estrés. Y terminan sintiendo obligación en hacer las cosas por un otro y no elegido por ellas mismas.
Ahí, ya entran a jugar las emociones y nuestras propias conversaciones internas de lo que está pasando.
Y unas de las preguntas principales que utilizo... son: ¿Cómo te gustaría sentirte en tu hogar? ¿Qué emoción tenés en el momento que sentís, cuando las cosas no suceden como te gustaría? ¿Cómo es que aún no lograste lo que deseas? Y así un montón de preguntas...
Y me detengo a pensar, que lo seres humanos no sabemos conversar… no sabemos pedir... no sabemos delegar... existe una gran brecha entre la comunicación interna con la que se comunica...
Y cuando eso nos sucede, lo más común es echar culpas... El otro me lo hace a propósito. Y allí, comienza el enojo y frustración que terminan en estrés y muchas veces enfermándonos.
¿Qué pasaría, si pudiéramos entender, que el otro hace lo que hace, porque no sabe hacerlo de otra manera? Que no me lo está haciendo a mí...
¿Qué pasa si en vez de buscar culpables buscamos responsables? Desde la culpabilidad no hay mucho por hacer... ya estamos sentenciados.
Pero, desde la responsabilidad nos abre una puerta para poder rediseñar aquello que no estoy logrando. Nos abre la posibilidad, de conversar desde otro lugar y entender a otro, con sus posibilidades y hacer nuevos acuerdos que se puedan cumplir.
¿Qué pasaría si se conversara en un espacio donde se validen y se vean desde lo que sí tienen y no en lo que no se tiene?
Son preguntas que me hago… y hago a diario, ya que cada vez me sorprendo más del impacto y de los resultados positivos que se logran en el hogar.
Si pudiésemos aprender como conversar en nuestro hogar, de seguro el nivel de estrés bajaría y por lo tanto la calidad de vida sería mucho más sana, desde lo emocional hasta en la salud en general. LS
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