Dance Outreach es un asombroso programa al que asisten más de mil niños discapacitados. Les enseñan jazz, ballet y claqué, junto a otros estilos de danza creativa. La fundadora es Zina Berthune. Ella fue una estrella de la danza del cuerpo de baile de la ciudad de Nueva York. Comenzó su preparación en el baile a la tierna edad de seis años. A los dieciséis años, se enteró que tenía una displasia de cadera. Los médicos le dijeron que a la larga perdería el uso de sus piernas. Zina decidió pasar por alto sus tristes noticias. Hasta el día de hoy, sigue en la danza, a pesar de que lo hace con dolor.
En Dance Outreach uno puede encontrarse con una niña en silla de ruedas que eleva los brazos por sobre la cabeza hasta formar una flor que se abre. Un niño ciego puede estar agitando un delicado pañuelo de adelante hacia atrás.
En nuestras clases se enfatiza la participación, no la perfección, aclara Zina. Se realizan las modificaciones necesarias. Un adolescente con espina bífida hace piruetas girando sobre su espalda. Lo que intentamos aclarar, explica Zina, es que su versión personal de cualquier paso de danza es válida. Es su propia danza.
La Biblia dice que Dios puede sacar algo bueno de cualquier circunstancia. A veces, no tenemos ganas de hacer nada, mucho menos danzar. Es sobre todo durante los tiempos difíciles, sin embargo, que podemos decidir reír cuando tenemos ganas de llorar, sonreír en vez de fruncir el ceño y bailar cuando tenemos ganas de sentarnos. Nuestros hijos y nietos observan cada paso que damos.
Hoy eres más joven de lo que serás por el resto de tu vida. Aprovechan bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:16
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