jueves, 23 de marzo de 2017

Adictos al sexo


En un estudio reciente sobre la adicción sexual, Patricia Matey comenzaba diciendo: “La adicción al sexo es una de las dependencias menos confesadas y visibles de todas las que existen. No obstante, ha aumentado el número de pacientes que pide ayuda debido a las consecuencias de su trastorno: ruina económica, matrimonios rotos, problemas laborales, ansiedad y depresión”.
Los expertos señalan que este trastorno no es nuevo, aunque solo recientemente ha sido reconocido como un serio problema social, con consecuencias semejantes a las de otras adicciones más conocidas, como el alcohol, las drogas o la ludopatía.
A diferencia de otras adicciones -señala José Ramón Ayllón-, la dependencia sexual puede adoptar múltiples formas: desde la masturbación compulsiva a los abusos sexuales, pasando por relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, encuentros con personas desconocidas, recurso continuo a la pornografía, prostitución o líneas eróticas, exhibicionismo, pedofilia, turismo sexual, etc. El comportamiento compulsivo sexual se gesta, en la mayoría de los casos, en la mente, donde las fantasías sexuales y los pensamientos eróticos se convierten en engañosas válvulas de escape de los problemas laborales, las relaciones rotas, la baja autoestima o la insatisfacción personal.
Los adictos al sexo son hábiles en el disimulo, porque su problema les avergüenza. Pero, con frecuencia, su dependencia se acaba sabiendo. “Algunos acuden a la consulta -explica Roselló Barberá- cuando las facturas del teléfono de líneas eróticas o los contactos con prostitutas les han arruinado económicamente o su cónyuge les ha descubierto. Otros deciden pedir ayuda porque quieren poner fin a una adicción que está haciendo naufragar su matrimonio, les ha causado problemas legales o les está empujando al suicidio. O porque su dependencia les lleva a hacer cosas que nunca hubieran imaginado, y eso les causa un sufrimiento insoportable”. AA

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