Las esculturas de Miguel Ángel no requieren presentación para la mayoría de las personas. Sus obras maestras nos resultan a todos familiares, como David, el Día, la Noche, el Amanecer, el Crepúsculo, Piedad, Madonna con el niño, etc.
Una de las esculturas más importantes es Moisés, que finalizó hace más de cuatrocientos años y que muchos consideran su mejor obra.
Si uno observa de cerca la figura marmórea de Moisés podrá notar una marca larga y delgada sobre la rodilla del personaje. Es la marca dejada por un artista que jamás estaba satisfecho con su propio trabajo.
Se dice que cuando Miguel Ángel finalizó la escultura pegó un grito desesperado: ¿Por qué no hablas? ¡Esperaba lograr que el frío mármol cobrara vida! Enojado por lo que creía un error, el artista golpeó la rodilla de su obra maestra con el cincel.
Los que se conforman con lo logrado tienden a permanecer insignificantes como las cosas que hacen. Los verdaderos gigantes, en cualquier campo, son aquellos que jamás se sienten satisfechos de haber hecho lo suficiente o de haber logrado lo mejor. Es la fuerza que los impulsa y que está detrás de su grandeza.
El éxito parece estar relacionado con la acción. Los triunfadores se mantienen en acción. Se equivocan, pero no se dan por vencidos.
Despojémonos del lastre que nos estorba... y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12:1
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