Texto del Evangelio (Mt 10,17-22): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles:
«Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán
en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes,
para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os
entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que
hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que
hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos
contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre;
pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».
«Os entregarán a los
tribunales y os azotarán»
Comentario: + Rev. D. Joan BUSQUETS i
Masana (Sabadell, Barcelona, España)
Hoy, la Iglesia celebra la
fiesta de su primer mártir, el diácono san Esteban. El Evangelio, a veces,
parece desconcertante. Ayer nos transmitía sentimientos de gozo y de alegría
por el nacimiento del Niño Jesús: «Los pastores regresaron glorificando y
alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20). Hoy parece como si nos quisiera poner sobre aviso ante
los peligros: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y
os azotarán» (Mt 10,17). Es que
aquellos que quieran ser testimonios, como los pastores en la alegría del
nacimiento, han de ser también valientes como Esteban en el momento de
proclamar la Muerte y Resurrección de aquel Niño que tenía en Él la Vida.
El mismo Espíritu que cubrió
con su sombra a María, la Madre virgen, para que fuera posible la realización
del plan de Dios de salvar a los hombres; el mismo Espíritu que se posó sobre
los Apóstoles para que salieran de su escondrijo y difundieran la Buena Nueva
—el Evangelio— por todo el mundo, es el que da fuerzas a aquel chico que
discutía con los de la sinagoga y ante el que «no podían resistir a la
sabiduría y al Espíritu con que hablaba» (Hch
6,10).
Era un mártir en vida. Mártir
significa ‘testimonio’. Y fue también mártir por su muerte. En vida hizo caso
de las palabras del Maestro: «No os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo
que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento» (Mt 10,19). Esteban, «mirando al cielo, vio la gloria de Dios y a
Jesús de pie a la derecha de Dios» (Hch
7,55). Esteban lo vio y lo dijo. Si el cristiano hoy es un testigo de
Jesucristo, lo que ha visto con los ojos de la fe lo ha de decir sin miedo con
las palabras más comprensibles, es decir, con los hechos, con las obras.
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