En la andadura existencial de cada ser humano está marcada,
aún sin saberlo, por la búsqueda de la perfección y la felicidad.
La búsqueda de mayores cotas de realización y el anhelo de la
satisfacción en las circunstancias más diversas son síntomas evidentes de la
‘dimensión espiritual’ de todo ser humano que busca al Dios Todopoderoso.
Pero en cada búsqueda de
sentido global para nuestra propia realidad hay un convencimiento básico,
certificado por la experiencia de muchos hombres y mujeres que sus vidas
quedaron marcadas por el encuentro con el Nazareno: Que es siempre Dios el que
nos busca y a menudo se hace el encontradizo por aquel que no le busca. FB
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