En momentos de tinieblas, confusión, dudas, engaños, hace falta luz,
franqueza, actitudes valientes de amor a la verdad.
Esos momentos de tinieblas surgen desde el odio y la astucia de quien,
desde el inicio, es el padre de la mentira: el diablo (cf. Jn 8,44).
Luego, quienes se apartan de
Dios y buscan un mundo solamente ‘humano’, acogen y fomentan las falsedades a
su alrededor.
La mentira llega al mundo de las universidades y las escuelas, de la
literatura y del cine, del Internet y de la prensa, de los políticos y de
algunos fenómenos religiosos.
Pero la verdad no puede quedar
prisionera, ni las mentiras pueden sepultarla. Porque bastan algunos corazones
humildes y valientes para que la luz sea acogida y vuelva a
iluminar a quienes a ella se acercan.
El mundo está hambriento de iluminadores de almas. Mientras grupos de poder
buscan sembrar errores y perseguir a los amantes de la verdad, los iluminadores
se convierten en vidrieras que reflejan el Evangelio (cf. Jn 1,9).
Pedimos a Dios, con confianza, que envíe más
iluminadores de almas, más hombres y mujeres que hayan encontrado la verdad y
la compartan generosa y alegremente con los demás.
Gracias a ellos, muchos podrán abrir los ojos para vencer los engaños del
maligno. Entonces acogerán la noticia
más verdadera de la historia humana: Jesús es el Hijo del Padre, enviado al
mundo para salvarnos del pecado y de la muerte... FP
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