La carne de
pollo es un alimento que podemos encontrar (muchas veces como protagonista) en
distintos platillos del mundo. Generalmente, se la considera una buena
‘sustituta’ de la carne de vaca, pero ¿qué tan cierto es esto? Aquí repasamos
las principales características de la carne de pollo.
Es difícil
precisar cuándo comenzó a consumirse carne de pollo (los registros más antiguos
datan del Neolítico, alrededor del 6.000 a. C.). Algunos estudios señalan que
las primeras gallinas y pollos domesticados provienen de la India, hace
aproximadamente 4.000 años. Lo cierto es que, gracias a los avances científicos
y tecnológicos, y a los nuevos conocimientos higiénicos y sanitarios, la
producción de pollo tuvo un crecimiento significativo, principalmente durante
el siglo XX, permitiendo que se transformara en un alimento habitual en las
dietas de todo el mundo.
Actualmente,
las variedades de pollo se dividen en tres grandes grupos: de corral, orgánico
y convencional. Sus diferencias se deben a la forma en que se alimentan y
crían, por ejemplo, los dos primeros tipos, pueden deambular libremente por los
pastos, mientras que los últimos se mantienen en jaulas y no se les permite
moverse libremente. A las aves criadas de manera convencional a menudo se les
inyectan hormonas para acelerar el crecimiento. También existe la posibilidad
de que se las mantenga en condiciones antihigiénicas e insalubres, por lo que
suelen recibir antibióticos.
De las tres
variedades, la orgánica es la más cara, debido a que deben tener acceso al aire
libre, solo se les permite comer alimentos cultivados orgánicamente (sin
pesticidas) y no se les puede dar antibióticos. También se supone que deben
mantenerse en condiciones sanas y limpias y permitir que crezcan de forma
natural.
Se estima
que una porción de tres onzas (85 g) de pollo contiene: 24 g de proteínas, y 3
g de grasas. Además, esta porción permite cubrir el 51% del valor diario
recomendado de niacina (vitamina B3), 36% de selenio, 17% de fósforo, 16% de
vitamina B6, y 10% de vitamina B12. También aporta una importante cantidad de
vitamina E y K, zinc, hierro y potasio, todos nutrientes esenciales para el
organismo.
Con respecto
al aporte calórico, este puede variar según las diferentes partes del pollo.
Por ejemplo, una porción de 100 g de pechuga aporta 195 calorías, 100 g de
muslo de pollo aportan 209 calorías, y 100 g de alitas de pollo aportan 203
calorías. La carne de pollo, como parte de una alimentación saludable (también
rica en cereales, legumbres, frutas y vegetales), puede ofrecer diferentes
beneficios para la salud:
Reduce los niveles de
colesterol
La cantidad
de grasas saturadas y colesterol que se encuentran en las carnes rojas, como la
de vaca, cerdo o cordero, es mucho más alta que la que se halla en la carne
blanca, como la de pescado o pollo. Se estima que 100 g de carne roja provee
entre 80 y 110 mg de colesterol, mientras que las carnes blancas entre 40 y 80
mg. Para obtener estos beneficios sobre los niveles de colesterol, es
importante que el consumo de carne blanca sea moderado, y se vea acompañado por
una dieta saludable y por ejercicio regular.
Desarrollo muscular
Al ser rica
en proteínas, la carne de pollo suele ser vista como una buena forma de
promover el desarrollo muscular. Esto se debe a que las proteínas son moléculas
que representan más de la mitad del peso de nuestro cuerpo, cuya principal
función es reparar y mantener los tejidos. También proporcionan energía que
ayuda al crecimiento de la masa muscular.
¿Sirve para perder peso?
Por su
riqueza en proteínas y bajo contenido de calorías, el pollo parece ser
especialmente útil para controlar o incluso perder peso. Los estudios señalan
que esto se debe a que aumenta la sensación de saciedad (extendiendo los
períodos entre comidas) a la vez que favorece el mantenimiento de la masa
corporal magra.
Otros beneficios
Gracias a su
contenido de vitamina D la carne de pollo puede ayudar a la absorción de calcio
y al fortalecimiento de los huesos. La vitamina A que posee estimula el
desarrollo de la vista y cumple un rol muy importante en la función del sistema
inmunitario. A su vez, su riqueza en hierro favorece la formación de glóbulos
rojos, promoviendo una buena oxigenación de los tejidos corporales, y
previniendo afecciones como la anemia.
Precauciones
Si bien el
pollo se considera un alimento seguro y beneficioso para la mayoría de las
personas, sus propiedades dependerán de la variedad que se consume y de la
forma en que se lo prepare. No es lo mismo comer pollo convencional que de
corral, o asado u horno que frito. También hay algunos tipos de carne de pollo
que se comercializan muy procesadas, por lo que pueden contener altas
cantidades de sodio, conservantes y aditivos.
Otro aspecto
para tener en cuenta es que en el pollo se pueden encontrar ciertas bacterias,
como Salmonella, Staphylococcus aureus, Campylobacter jejuni, Listeria monocytogenes y
Escherichia coli. A temperaturas entre 40 y 140°F (4.4 y 60°C),
estas pueden comenzar a multiplicarse. La congelación no puede matarlas, pero
sí evitar que se multipliquen y descompongan el pollo. Solo la cocción completa
del pollo (a más de 165°F o 73,9°C) matará las bacterias presentes. HD
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