A la muerte de Fulco, su predecesor, en el 1016, Teodorico, que tenía ya fama de hombre piadoso entre el pueblo, fue elegido como obispo de Orleans, segundo en llevar ese nombre en la sede (Teodorico I fue obispo en el siglo anterior). Era sin duda el candidato del rey, en la lucha entre él y los señores locales; sus enemigos, incluyendo al obispo de Chartres, que tenían otro candidato para la sede, levantaron contra Teodorico varias calumnias, pero de todas salió ileso y probado, y fue finalmente consagrado obispo.
No obstante, los ánimos se calmaron sólo momentáneamente; hubo en su período de episcopado un movimiento que se conoce en la historia como ‘herejía de Orleans’, una acusación ante el rey Roberto de que cierto número de canónigos estaban enseñando erróneamente acerca de los sacramentos. No se sabe exactamente el papel de Teodorico en esta cuestión, pero Roberto convoca para el 1022 un sínodo, que sería el séptimo de Orleans, para resolver en la cuestión de esta herejía, pero en él comienza por ser depuesto Teodorico, con la consiguiente pérdida de poder del partido real. Lo siguiente que sabemos de Teodorico es que iba camino de Roma, posiblemente para defenderse de las acusaciones que lo llevaron a dejar la sede, y en el camino, habiendo parado en la abadía de San Miguel, murió. Aunque el monasterio de Saint-Pierre-le-Vif disputó con el de San Miguel por la posesión de los restos, finalmente quedó enterrado en Tonnerre; en 1660 algunas de sus reliquias fueron donadas a la sede de Orleans.
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