Es este el núcleo desde el que nos ha llegado la tradición puramente oral y cúltica de este santo, cuya vida se desconoce por completo. En el traslado de reliquias era normal relatar alguna forma de ‘vida’ del santo, por lo que fue tomando cuerpo una noticia que en esencia dice: un peregrino irlandés llega a Dampierre predicando el evangelio, sin embargo va vestido con ropas -especialmente con unos guantes- que podrían indicar cierta fortuna; unos ladrones, creyéndolo rico, lo apalean hasta la muerte, y esconden su cuerpo. No obstante en la tumba se comenzaron a obrar milagros, y el peregrino comenzó a ser venerado como santo, y puesto que predicaba el evangelio, y es de suponer que también se los proclamó a los malhechores, también como mártir. Sobre la tumba se construyó luego una iglesia.
Tradicionalmente se supuso que los hechos correspondían al siglo V, hacia el año 480, e incluso así está inscripto en muchos martirologios; sin embargo no hay ninguna razón para fecharlo más en ese siglo que en otro, ya que la leyenda local no contiene ningún dato que pudiera verificar una cronología. Por este motivo en la inscripción actual se lo coloca en el siglo IX, no porque sepamos cuándo ocurrió, sino por el límite lógico del traslado realizado por Berengario.
Que el culto ya existía en ese tiempo es evidente, ya que precisamente el traslado se produce como agradecimiento ante un milagro del santo, pero de allí no es posible avanzar más; y desde luego que no se lo inscribe en la actualidad como mártir, siendo que murió como consecuencia de una fechoría simple, y no como defensor de la fe o de la justicia o de la verdad, que son los criterios -ya de por sí muy amplios- en la catalogación de los mártires medievales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario