Hacemos
continuamente generalizaciones. Observamos uno o varios hechos, y sacamos
conclusiones. Por ejemplo: cuando empieza el frío, estamos seguros de que
caerán las hojas de los tilos y otros árboles, porque lo hemos observado en
muchas ocasiones.
También hacemos
generalizaciones (inducciones) sobre personas concretas o sobre grupos. Llega
una nueva persona al puesto de trabajo. Vemos que se enfada fácilmente.
Concluimos que tiene un carácter difícil.
En ocasiones,
nos equivocamos en inducciones sobre temas generales. Por ejemplo, al cambiar
de ciudad, un primer año de falta de lluvias en agosto nos hace pensar que no
suele llover en ese mes, cuando al año siguiente comprobamos con asombro que en
agosto llovió continuamente.
Algo parecido
ocurre sobre personas concretas. La persona que llegó al puesto de trabajo se
comportó varios días con un carácter difícil, pero luego empezó a manifestar
otros aspectos de su personalidad que la hacían más abierta a un buen trato
social.
Lo importante,
a la hora de hacer generalizaciones e inducciones, es reconocer que podemos
equivocarnos, y que en muchos asuntos las primeras informaciones no permiten
llegar a conclusiones acertadas.
Por eso, sobre
todo en lo que se refiere a personas concretas, resulta importante evitar
juicios precipitados desde las primeras impresiones, para ir más a fondo y
tomarnos tiempo en el sano esfuerzo por conocer a quienes llegan a tocar
nuestras vidas.
Además, y esto
nos obliga a ser más prudentes en nuestras apreciaciones y juicios, las
personas pueden cambiar, para mal o para bien. Por más que ‘encasillemos’ a
otros a través de inducciones bien llevadas, cada corazón encierra un misterio
que le permite abrirse a lo malo o, gracias a Dios, a lo bueno.
Cuando la vida
nos ponga ante nuevos objetos, ante cosas desconocidas, y ante personas
concretas, necesitamos pedir ayuda a Dios para hacer buenas inducciones y para
reconocer que nunca nuestra mente podrá comprender del todo el misterio que se
encierra en tantas realidades y, sobre todo, en los corazones de quienes
encontramos a lo largo del camino de la vida. FP
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