La
Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), en línea con las asociaciones médicas
y cardiológicas mundiales, instó a promover el ejercicio y la actividad física
regular para contribuir con el estado de salud en general, pero con especial
foco en la salud cardiovascular. La recomendación fue realizada en el marco
del Día Mundial de la Salud, que se conmemora el 7 de abril.
«Las
enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo
occidental. El infarto de miocardio, la muerte súbita, las arritmias cardíacas
y los ACV son enfermedades que pueden prevenirse con diversas estrategias, ya
sea farmacológicas o no farmacológicas. Los fármacos destinados a controlar la
hipertensión arterial, la dislipemia (elevación del colesterol en sangre), la
diabetes y el sobrepeso, entre otras, administrados de manera crónica han
demostrado mejorar el pronóstico a largo plazo de los pacientes», afirmó el Dr.
Mario Fitz Maurice, ex director del Consejo de Arritmias y director de Prensa y
Comunicación de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC)
«Sin
embargo, una premisa de gran importancia y que debemos tener siempre presente
es que, cuando hablamos de prevención cardiovascular, no existe ningún fármaco
o intervención terapéutica que brinde tantos beneficios a nuestro corazón, como
lo hace la práctica regular de actividad física», agregó.
Para
el Dr. Gonzalo Pérez, médico cardiólogo, miembro titular de la SAC, «el
ejercicio físico posee múltiples efectos beneficiosos directos e indirectos que
mejoran el estado de las arterias y del corazón: reduce la inflamación, mejora
los niveles de colesterol, los fenómenos trombóticos, disminuye el sobrepeso y
la presión arterial; mejora el metabolismo de la glucosa en sangre, previene la
aparición de arritmias cardíacas, la formación de aterosclerosis coronaria y
reduce la probabilidad de muerte de causa cardiovascular. Por otro lado, es
importante resaltar sus beneficios más allá de lo cardiovascular, ya que
previene la aparición de cáncer, de diabetes, de hipertensión arterial y de
enfermedades inmunológicas, entre otras».
Cuánto
y cuáles ejercicios practicar
La Asamblea Mundial de la Salud (WHA) ya en 2018 creó
el llamado Plan de acción mundial sobre actividad física (GAPPA) 2018-2030
promoviendo una nueva meta global voluntaria para reducir los niveles mundiales
de inactividad física en adultos y adolescentes en un 15% para 2030, a partir
de los cual la OMS en 2020 estableció nuevas directrices sobre actividad física
y hábitos sedentarios.
Entre
otras recomendaciones, la OMS establece que, para todas las poblaciones y
rangos etarios, hacer algo de actividad física es mejor que no hacer nada. En
el caso de los adultos de 18 a 64 años, muchos de los beneficios de la
actividad física se observan en cantidades semanales de entre 150 y 300 minutos
a una intensidad moderada (caminata, golf), y de 75 a 150 minutos a intensidad
vigorosa (nadar, andar en bicicleta, correr), y, al menos 2 días de la semana,
entrenamiento de fuerza.
La
combinación de estos dos tipos de ejercicios ha demostrado prevenir la
aparición de enfermedades cardiovasculares y mejorar esa condición en aquellos
que ya la padecen. Mientras que en niños y adolescentes de entre 5 y 17 años,
un promedio de 60 minutos diarios de actividad física moderada a vigorosa
brinda beneficios para la salud, más aún si se realizan más de 60 minutos de
ejercicios por día.
Para
los adultos mayores (de 65 años y más) la evidencia demuestra un beneficio de
la actividad física aeróbica en la disminución del riesgo de desarrollar
limitaciones funcionales físicas. Mientras que el riesgo de lesiones
relacionado con caídas puede reducirse con actividad física multicomponente,
que es aquella que combina entrenamiento del equilibrio, la fuerza, la
resistencia, la marcha y la función física.
Desde
la SAC afirman que los beneficios de la actividad física se han demostrado no
solamente en las personas sin enfermedades previas (prevención primaria), sino
también en aquellos que han padecido en alguna oportunidad enfermedad
cardiovascular, como infarto de miocardio, angioplastia coronaria,
insuficiencia cardíaca, ACV, o arritmias cardíacas, entre otras (prevención
secundaria).
La
actividad física para personas que han padecido una afección cardíaca
Cuando se indica la realización de actividad física,
las personas suelen tener muchos interrogantes en torno a esta recomendación.
Un artículo recientemente publicado por Barry Franklin y colaboradores en
el American Journal of Preventive Cardiology, a partir de un
consenso de expertos revisa algunos aspectos generales y específicos en torno a
los beneficios del ejercicio físico y aborda algunos interrogantes sobre el
posible perjuicio que éste podría ocasionar. Ante casos de personas
que tuvieron o tienen algún tipo de enfermedad cardíaca, contrariamente a lo
que la mayoría en general considera, el trabajo afirma que no sólo pueden, sino
que deben realizar actividad física para mejorar los parámetros de su corazón y
calidad de vida. Es en este grupo de pacientes donde el ejercicio físico ha
demostrado mayor beneficio. No obstante, se destaca que todo paciente debe
consultar con un médico especialista previo al inicio de cualquier plan de
entrenamiento para la realización de una evaluación cardiovascular.
En
opinión del Dr. Jorge Franchella, médico Deportólogo y Cardiólogo, director del
Consejo de Cardiología del Ejercicio de la Sociedad Argentina de Cardiología,
«la mayoría de esos controles podrá determinar qué tipo de ejercicio y en qué
cantidad se pueden realizar; por ello, si bien las evaluaciones tienden a
reducir al máximo la probabilidad de cualquier evento cardiológico, no puede
alcanzar el 100%. Es por ello que todas aquellas personas que quieran realizar
ejercicios programados deben primero tener una evaluación de aptitud al
esfuerzo, ya que como lo refiere el Dr. P. Kokinos en sus trabajos de 2010 y
reitera en el último trabajo presentado en agosto del 2022 en el Journal
del Colegio Americano de Cardiología (JACC), la cantidad de minutos
caminados en la cinta alcanzados en una ergometría (METs), es un valioso
predictor del nivel del riesgo y permite prescribir con mayor precisión».
«Otro
trabajo, también publicado recientemente en la revista del Colegio
Americano de Cardiología, mostró que la probabilidad de enfermedad
cardiovascular y el riesgo de mortalidad cardiovascular en todo el espectro de
edades (incluidos septuagenarios y octogenarios), hombres, mujeres y todas las
razas, disminuye con el ejercicio físico, ayuda a controlar los factores de
riesgo tanto en la población sana como enferma. En el mismo estudio no se
observó un aumento del riesgo con la aptitud física extrema. No estar en forma
conlleva un mayor riesgo que cualquiera de los factores de riesgo cardíaco
examinados», completó el Dr. Franchella.
El
corazón y la actividad física intensa
Por otro lado, el consenso de expertos advierte que la
actividad física realizada de manera muy intensa, y principalmente en personas
sin entrenamiento previo (actividad física de fin de semana), aumenta el riesgo
de desencadenar un infarto de miocardio o muerte súbita, principalmente en
aquellos que presentan enfermedad aterosclerótica coronaria. Sin embargo, este
riesgo es extremadamente bajo, y es menor en aquellas personas con
entrenamiento regular. El mecanismo puede deberse a la ruptura de placas
ateroscleróticas asociadas a la actividad física intensa.
«Por
eso es estrictamente recomendable concurrir a hacer ejercicio a lugares donde
existan desfibriladores externos automáticos (DEA) y gente preparada para hacer
RCP y manejar este tipo de equipos. Porque si se logra actuar dentro de los
primeros 3 minutos de producido el episodio, esa persona tendrá el 80% de
posibilidades de llegar con vida al hospital», sostuvo el Dr. Pérez.
Cuál
es el mejor ejercicio para prevenir enfermedades del corazón
Respecto del tipo de ejercicio a realizar, la
respuesta de la SAC es que cualquiera es beneficioso para la salud: el problema
es la inactividad física. Lo importante es reducir el tiempo de inactividad más
que el tipo de actividad física a realizar. Las recomendaciones actuales se
encuentran enfocadas en reducir el sedentarismo, a mayor tiempo de inactividad
física, mayor es la probabilidad de presentar enfermedades cardiovasculares.
Sin
embargo, dentro de las recomendaciones generales, se debe tratar de combinar
dos tipos de ejercicio físico: el aeróbico (caminar, andar en bicicleta, correr
o nadar) y el de fuerza muscular, este último con fuerte evidencia a favor de
la reducción de eventos cardiovasculares.
«Cuanta
mayor sea la cantidad de actividad física, superior será el beneficio para
nuestro corazón y arterias, sin embargo, se ha observado que, a medida que se
incrementa la duración e intensidad, el beneficio comienza a ser menor»,
destacó el Dr. Pérez. «Aquellas personas con alto nivel de entrenamiento
(duración y/o intensidad) presentan signos en el corazón que denominamos ‘mal
adaptativos’, como calcificaciones, agrandamiento del músculo o fibrosis, pero
estos signos no se han traducido en mayor riesgo de presentar enfermedades
cardiovasculares», aclaró.
«Es
vigente la consigna ‘Más no es mejor’ del Dr. Paul Thompson, ya que ejercicios
y deportes realizados en alta intensidad durante meses o años, han demostrado
que repercuten negativamente en la estructura cardiovascular», insistió el Dr.
Franchella.
«En
resumen, la práctica regular de actividad física es una de las estrategias más
eficaces y con mayor evidencia en la prevención de las enfermedades
cardiovasculares; ninguna intervención terapéutica brinda tantos beneficios. No
obstante, es importante que, previo al inicio de un plan de ejercicio físico,
se realice una evaluación cardiovascular a cargo de un médico especialista»,
subrayó el Dr. Pérez.
«En
aquellos casos en que la persona haya tenido un problema cardiovascular,
seguramente su médico de cabecera recetará la medicación que corresponda y no
se olvidará de recomendar la realización de ejercicio, que aporta tantos o más
beneficios que cualquier medicación. Quedará bajo la responsabilidad del
paciente, entonces, el cumplimiento de ambas indicaciones: medicación más
ejercicio físico», concluyó el Dr. Fitz Maurice. BP
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