Y
es que por solidaridad, remordimiento o lastima muchos damos limosna a personas
aparentemente necesitadas: indigentes, niños de la calle, ancianos que
supuestamente de ellas viven, pero ¿no crees que lo mejor sería ayudarlos
adecuadamente? El empresario Carlos Slim acertó con la idea de que “la única
manera de salir de la pobreza, no es con caridad sino con empleo”.
Si
bien es cierto que no está en la mayoría dar empleos, si podemos ayudar
empezando por distinguir cuándo sí y cuándo no dar limosna y de qué tipo. Según
algunos sociólogos dar limosna no está mal, lo malo es cuando esa caridad se
convierte en un tipo de robo que bajo engaños optas por ‘apoyar’ al necesitado
y el dinero recaudado comúnmente tiende a utilizarse para la compra de drogas u
otras sustancias adictivas, lo que además contribuye de alguna manera a
financiar el crimen organizado.
En
muchos países existen redes que operan con el gran negocio de la limosna, las
cuales se aprovechan de las buenas intenciones de las personas quienes son
presa fácil especialmente de los niños que se han convertido en su principal
herramienta.
Por
ello hay que saber dar limosna; en el libro ‘Para Salvarte’, el padre Jorge
Loring, autor de la obra y jesuita español señaló que quizás la limosna
callejera se preste a abusos y engaños; aunque muchas veces se presentan
necesidades reales que no deberíamos desoír.
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Debe ser considerada con delicadeza la libertad y dignidad de la persona que
recibe el auxilio; que no se manche la pureza de intención con ningún interés
de la propia utilidad o por el deseo de dominar.
-
Que se satisfaga ante todo a las exigencias de la justicia, y no se brinde como
ofrenda de caridad lo que ya se debe por título de justicia; se quiten las
causas de los males, no sólo los efectos; y se ordene el auxilio de forma que
quienes lo reciben se vayan liberando poco a poco de la dependencia externa y se
vayan bastando por sí mismos.
Para
que la limosna sea auténticamente cristiana, debe tener ciertas cualidades:
-
En primer lugar debe ser justa, es decir, hecha de los bienes que uno tiene y
de los que legítimamente puede disponer. Nunca tendrá valor la limosna hecha
con bienes de otros, como suele a veces suceder.
-
La limosna tiene que ser prudente, es decir, que se debe distribuir entre
verdaderos necesitados, y se debe dar a aquellos pobres a los que realmente no
les va a hacer más daño que bien.
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Tiene que ser pronta, es decir, se debe dar a tiempo, y no ‘vuelve mañana’.
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Debe darse con alegría, porque Dios quiere al que da alegremente.
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La limosna debe ser secreta, no proclamada a los cuatro vientos, buscando la
alabanza de los que la ven hacer.
-
Debe ser desinteresada, es decir, al hacer la limosna no buscar satisfacción
humana, sino solamente el cumplimiento del precepto del amor al prójimo.
-
Por eso, como última cualidad, aunque debe ser la fundamental, señalemos que la
limosna debe hacerse por amor al prójimo, y no por otros motivos más o menos
humanamente legítimos, pero cristianamente no correctos.
No
dar limosna podrá aparentar ser una mala persona, sin embargo una caridad mal
otorgada puede hacer un mal en lugar del bien buscado. Afortunadamente hay
muchas maneras de colaborar, dar una moneda en la calle no cambiará las cosas,
existen instituciones certificadas que garantizan donaciones efectivas, la Cruz
Roja por nombrar alguna, se mantiene en gran parte de la caridad solidaria. ALS
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