Se habla continuamente de deberes. La gente debe pagar impuestos, respetar las reglas de tráfico, comportarse con cierta educación, cumplir las promesas.
Se
habla también de libertad: cada uno puede decidir según sus propios modos de
pensar, de sentir, de querer.
Surge
un sinfín de problemas cuando se intenta explicar qué es el deber, cómo se
funda, y en qué maneras se relaciones con la libertad.
Para
afrontar esos problemas hacen falta muchas reflexiones y aclaraciones, lo cual
no es fácil ante una diversidad de teorías sobre el tema.
De
modo simple, y como un pórtico, podemos reconocer que los deberes pueden venir
de lo exterior (desde las ‘autoridades’),
o desde lo interior (la propia
conciencia).
Las
‘autoridades’ indican dónde se puede aparcar, en qué manera pagar impuestos,
cómo respetar los acuerdos de un contrato.
Desde
las indicaciones y la mayor o menor energía de las ‘autoridades’, las personas
se sienten obligadas a respetar ciertos deberes.
Otros
deberes surgen desde dentro. Ninguna autoridad impone a la gente que respete
una promesa entre amigos. Pero cada uno percibe que, tras formular una promesa,
tengo el ‘deber’ de cumplirla...
Cada
uno de los deberes externos o internos puede chocar con lo que las personas
desearían hacer libremente. Basta con pensar en cuántos querrían ser libres
para aparcar su coche en una calle llena de prohibiciones.
No
pocas personas van contra algunos deberes, porque prefieren hacer prevalecer su
propia libertad y secundar sus propios deseos o, en ocasiones, sus caprichos.
Otras
personas, o por miedo (un policía en la
calle lleva a muchos a respetar las reglas de tráfico) o por convicción,
optan por respetar sus deberes, aunque a veces desearían, libremente, hacer
cosas opuestas a los mismos.
Lo
anterior explica por qué sea tan importante, en el ámbito personal y en las
discusiones públicas, incluso antes de elaborar leyes, encontrar cuáles sean
los fundamentos de los deberes y obligaciones que se exige a la gente, para
poder distinguir entre los que sean correctos y los que no lo sean.
Pero
esas discusiones pueden llegar a ser muy difíciles en sociedades pluralistas,
donde conviven muchas teorías y donde algunos defienden que no existen verdades
en la política, la ética o la filosofía.
Sin
embargo, y a pesar de esas discusiones, al reflexionar sobre los deberes en el
mundo del trabajo, en la convivencia social, incluso en el cuidado del
ambiente, necesitamos superar ciertas visiones relativistas y alcanzar verdades
bien fundamentadas que identifiquen deberes que siempre hemos de respetar. FP
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