Banqueta de los
incomprendidos.
Jesús caminó
con pecadores, tocó leprosos, se sentó con recaudadores, perdonó adúlteras y
lloró con los que no tenían esperanza. Y le dijeron loco. Decían que estaba fuera de sí, que era hereje,
que era escándalo. Pero no dejó de amar.
Hoy, en la
ciudad, todavía se escucha:
– “¿Por qué
ayudas a esa persona?”
– “¿Qué ganas
con perdonar?”
– “No te metas…
no vale la pena.”
Y sin embargo… Un
joven defiende a un migrante.
Una madre
abraza a su hijo preso.
Un voluntario
lleva comida a la calle.
Una mujer reza
por quien la calumnió.
Y Cristo, una
vez más, camina con ellos.
Deja que digan
que estás loco por amar así. Nada los va a detener ahora.
Porque el amor que viene de Dios no pide permiso. Solo pide entrega.
Para meditar:
·
¿A quién amo ‘aunque hablen’?
·
¿Estoy dispuesto a ser incomprendido por hacer el bien?
·
¿Dónde necesita la ciudad más de un ‘amor loco’?
Versículo sugerido:
“Si estamos
locos, es por Dios; y si somos cuerdos, es por ustedes” (2 Corintios 5, 13). RM
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