‘Me muero de risa’, es una
expresión popular utilizada para describir un momento de intensa hilaridad. Sin
embargo, aunque suene improbable, existen casos documentados donde esta
inofensiva acción ha tenido consecuencias mortales. El Dr. Robin Ferner,
profesor honorario de Farmacología Clínica en la Universidad de Birmingham,
Reino Unido, publicó en el British Medical Journal (BMJ), una revisión
expansiva sobre los efectos de la risa en el organismo. Según sus
investigaciones, la risa intensa puede provocar desde síncopes hasta rupturas
cardíacas y esofágicas.
La historia de Crisipo de
Solos, el filósofo estoico griego que murió por un ataque de risa por un chiste
que el mismo contó, es un ejemplo notable, aunque sin confirmación científica.
La anécdota sugiere que un incontrolable ataque de risa provocó en él asfixia,
desmayo y finalmente un ataque cardíaco. Aunque este tipo de fatalidad es rara,
la comunidad médica reconoce que no es imposible.
El informe publicado ha
examinado las consecuencias potencialmente fatales de un ataque incontrolable
de risa. Aunque extremadamente raros, estos casos existen y se presentan con
múltiples complicaciones orgánicas que pueden llevar a la muerte.
El Dr. Ferner analizó varios
incidentes, incluyendo el caso de una niña de 13 años, su muerte fue atribuida
a un ataque incontrolable de risa, y concluyó que un episodio de este tipo
podría ocasionar síncope (desmayo). “Quizá por una respuesta neural refleja al
aumento de la presión intratorácica que acompaña a una risa muy intensa”,
afirma, lo que puede acentuar problemas preexistentes como estenosis carotídea
bilateral, anomalías conductivas o arritmias.
El caso de la niña no es
aislado. Según los expertos, la risa en exceso puede influir negativa y
severamente en el cuerpo humano, especialmente en personas con condiciones
médicas preexistentes. El Dr. Ferner analizó otros síntomas como rotura
cardíaca o esofágica, protrusión de hernia abdominal, enfisema interlobulillar,
cataplexia, dolor de cabeza, dislocación de mandíbula o incontinencia urinaria.
“Un ataque prolongado de risa puede afectar a múltiples órganos”, dijo.
Otro punto relevante del
estudio se refiere al riesgo para las personas asmáticas. La risa prolongada
puede desatar un ataque de asma, lo que llevaría a serios problemas respiratorios
y, en los peores casos, a la muerte. Aunque la risa habitualmente es
beneficiosa para la salud al reducir la presión arterial y disminuir los
niveles de azúcar en sangre, también puede tener un lado oscuro y menos
conocido, según los expertos.
Como aclaró el Dr. Jorge
Antonio Gutiérrez, profesor asistente de cardiología de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Duke (EEUU): “La risa puede aumentar la presión
intratorácica, y si la persona tiene un aneurisma aórtico, esa presión puede
transmitirlo al sistema vascular y romperlo”. Así, la risa podría exacerbar
condiciones potencialmente fatales, pero no es la causa directa de la muerte.
La comunidad médica sostiene que los casos son extremadamente raros y, en su
mayoría, existen factores subyacentes como condiciones de salud previas.
Uno de los casos recordados es
el de un albañil británico de 50 años que en 1975 murió de un paro cardíaco
mientras veía la serie “The Goodies”. Esta incidencia es recogida en la
revisión de Ferner como uno de los pocos casos contemporáneos de “hilaridad
fatal”. Hay otros ejemplos, como el de una mujer de 50 años con arritmia grave,
reportado por la Universidad de Colorado en 2012. Ella, tras escuchar un chiste
en su lugar de trabajo, rio intensamente y colapsó, falleció poco después.
Aunque estas narraciones
puedan parecer anecdóticas, lo cierto es que la risa tiene un gran impacto
fisiológico. La publicación del Dr. Ferner también afirma que la risa puede
inducir síncopes debido a aumentos en la presión intratorácica y respuestas
neuronales reflejas. “La risa no es una broma”, advierte, señala también: “Sus
propiedades benéficas más que demostrarse se han asumido”. Esta revisión
bibliográfica abarca estudios desde 1946 hasta 2013, que analiza desde el punto
de vista psicológico, cardiovascular, respiratorio y más.
Un estudio en Estados Unidos
en 1997 describe el primer caso de “síncope inducido por la risa”. Este
fenómeno ahora conocido como ‘síncope gelástico’ se caracteriza por la pérdida
momentánea de consciencia tras un episodio de risa intensa. El Dr. Alexander
Kim, cardiólogo del Medical College de Nueva York, lo relaciona con un síncope
benigno de tipo Valsalva, donde la alteración de los arcos reflejos del sistema
nervioso autónomo lleva a una hipoperfusión cerebral global.
La risa no controlada también
puede desencadenar una serie de problemas, desde respiratorios hasta
musculoesqueléticos. Tomemos el caso del Hospital del Bierzo, en León, España,
donde se documentó una mujer de 67 años que perdía consciencia durante breves
segundos debido a las cosquillas, sin una patología subyacente. Los neurólogos
de la Universidad de Kyoto (Japón) han relatado casos similares donde las
carcajadas durante las comidas ocasionan desvanecimientos.
A pesar de los posibles
peligros, los beneficios de la risa son generalmente prevalentes. Trabajos
científicos concluyen que el buen humor y el optimismo tienen efectos positivos
tanto en la salud mental como física. Incluso la risoterapia se ha recomendado
como tratamiento complementario en diversas afecciones de salud mental. Sin
embargo, casos aislados de risa patológica o incontrolable pueden ser
perjudiciales, particularmente en personas con antecedentes de enfermedades
cardiovasculares o neurológicas.
La risa, aunque generalmente
beneficiosa, tiene un lado oscuro. La risa puede tener efectos terapéuticos,
pero su intensidad y frecuencia deben ser monitoreadas, especialmente en
individuos con condiciones médicas preexistentes. BP
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