El cuidado de los ojos es
fundamental, sin embargo, existen algunas premisas que por años hemos estado
acostumbrados a escuchar sobre cómo mantener una buena salud visual y que no
siempre son ciertas. El médico oftalmólogo Rogelio Ribes Escudero resuelve esta
y otras dudas referidas al cuidado de los ojos y aclara si se trata de mitos o
verdades.
¿Hay presión ocular cuando late el párpado?
FALSO. Lo que los pacientes refieren como latido del párpado son contracciones
involuntarias de un músculo denominado orbicular. Estas contracciones se
conocen como mioquimias palpebrales y son generadas por fijar la vista durante
un período prolongado, por falta de sueño, por estrés o por ingesta de cafeína
o de cualquier otro tipo de sustancia excitante.
En general, son autolimitadas y
no necesitan ningún tratamiento, explica el especialista, que es miembro de la
Sociedad Argentina de Superficie Ocular e integra el servicio de Oftalmología
del Hospital Alemán. La presión ocular no produce síntomas, razón por la cual es
muy importante hacer controles oftalmológicos de rutina para poder diagnosticar
el glaucoma, patología que genera una pérdida progresiva de la visión.
¿El uso de la computadora seca los ojos?
VERDADERO. Al igual que cualquier actividad de lectura, el empleo de
computadoras disminuye la frecuencia de parpadeo, que genera una reducción de
la producción de lágrimas durante esta actividad. Para mejorar esta situación
se puede intentar con parpadear más seguido o aplicar lágrimas
artificiales.
¿Qué es mejor para los ojos, el frío o el calor?
DEPENDE. En caso de tener una inflamación como conjuntivitis, el frío es
mejor ya que posee propiedades analgésicas y antinflamatorias por la
vasoconstricción que genera. Sin embargo, el calor es el tratamiento de primera
línea en los pacientes que padecen ojo seco, en especial, cuando es producto de
una alteración en la calidad de las lágrimas, que son los más frecuentes.
En estos pacientes, existe
obstrucción de las glándulas que producen aceite -ubicadas detrás de las
pestañas y denominadas glándulas de Meibomio-. El calor derrite los coágulos
que las bloquean y restablece la secreción. Existen máscaras de calor
específicamente diseñadas para los pacientes con este cuadro.
¿El sol daña los ojos?
VERDADERO. El sol emite radiación ultravioleta que es la responsable de generar
daño en las estructuras oculares, y capaz de producir inflamaciones en la
córnea, catarata, lesiones en la retina y tumores en la superficie del ojo. Los
tumores han aumentado en incidencia en los últimos años, pueden ser malignos o
benignos; el más frecuente es el pterigion.
El pterigion es un crecimiento
anormal de la conjuntiva (tejido blanco que rodea el globo ocular) sobre la
córnea, ocurre con más frecuencia en personas que trabajan al aire libre y, en
especial, sin la protección ocular adecuada.
Tiene una prevalencia de entre 2
y 15%, más alta en los países cercanos a la línea del Ecuador por los mayores
niveles de exposición a los rayos ultravioletas. Es dos veces más frecuente en
hombres que en mujeres.
Por eso, es importante utilizar
anteojos con protección y escoger un armazón envolvente, que proteja de los
rayos laterales que provienen de los costados.
¿Utilizar anteojos sin receta y comprados en la calle puede ser
riesgoso?
VERDADERO. En primer lugar, los anteojos comprados sin receta tienen la misma
corrección en ambos ojos y en la mayoría de los pacientes siempre existe una
pequeña diferencia entre un ojo y el otro que es importante corregir.
Por otro lado, estos anteojos
son producidos de manera masiva y no tienen en cuenta la distancia interpupilar
de cada individuo -la distancia que hay entre los dos orificios negros que
están en el centro del iris-. Esto genera que los anteojos no estén bien
centrados y que haya síntomas como astenopia, que es un dolor de cabeza
producido por la mala corrección de los defectos refractivos. Es como cambiar
las gomas del auto, pero que no estén bien centradas y balanceadas.
Cada paciente es diferente y
necesita un anteojo personalizado, por eso la visita oftalmológica permite
optimizarlos en base a las características de cada paciente. Además de
aprovechar para controlar la presión ocular y la retina en busca de patologías
que, diagnosticadas a tiempo, pueden prevenir una pérdida de visión.
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