Hasta aquí no hay nada que nos hable de una vida distinta de cualquier persona buena, e injustamente asesinada. Sin embargo su cuerpo fue hallado y reconocido, y al contacto con sus restos comenzaron a ocurrir milagros: curaciones, etc. Así como hoy señalamos la santidad con las virtudes heroicas, y los milagros -aunque canónicamente exigidos- ocupan un puesto secundario, en aquel momento la realización de milagros era el primer y más claro signo de la elección divina, así que inmediatamente surgió la disputa entre Thénezay y Buzançais por la posesión de tan preciado tesoro, hasta que se dividió en dos: el cuerpo fue a su lugar de nacimiento, y la cabeza quedó en el de su muerte, y en torno a ella se erigió una iglesia, y se formalizó el culto.
Como señala pertinentemente un santoral danés: Tal vez Dios había visto en él algo que nosotros no hemos llegado a ver. El Martirologio Romano lo inscribe como santo de culto local (beato), en testimonio de una ininterrumpida tradición devocional. Es invocado contra los cólicos, con una rima tradicional:
Oración: Buen San Honorato, con hierros eventrado líbrame del fuego que quema mis entrañas y también de mis pecados y de todo mal, dame la paz, buen San Honorato. Amén
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