Recibida la primera educación entre los canónigos regulares de Bridlington (diócesis de York), pasó, para perfeccionarse en los estudios, a París; aquí abrazó la vida religiosa en la nueva abadía de San Víctor, donde el ejemplo del célebre Hugo de San Víctor le fue de acicate para el estudio y la virtud. Muerto el abad Gilduino en 1155, le sucedió como segundo abad de la casa. En 1157 fue elegido obispo de Séez, pero Enrique II de Inglaterra se opuso a su consagración porque, según santo Tomás de Canterbury, el papa Adrián IV había favorecido la elección. En 1161 fue nombrado obispo de Avranches. Piadoso y benéfico, por su amistad con el monarca inglés obtuvo muchos favores para su diócesis y para la región entera de Normandía. Murió el 29 de abril de 1171, y fue sepultado en la iglesia de la abadía premostratense de La Lucerne, de la cual había sido el principal benefactor, y quien en 1164 había bendecido la primera piedra.
En las fuentes se le da el título de Maestro (Magister Achardus), y su epitafio lo llama «Famoso Doctor Achardus» (PL 196, 1779); pero sus escritos, no aun del todo individualizados, permanecen inéditos. La abadía de Maredsous tomó a su cargo la empresa de realizar esa primera edición, y desde 1899 ha recopilado material. En base a esto, Morín lo ha reconocido «su genio sutil y a la vez lúcido, su análisis audaz de los misterios del ser humano, junto con el misticismo Victorino, en un estilo vivaz, a veces elocuente, mucho más eficaz que la posterior escolástica», y le reconoce la paternidad del tratado «De discretione animae, spiritus et mentis», falsamente atribuido con anterioridad a Adán de San Víctor.
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