viernes, 18 de agosto de 2023

Los dulces y grasas modifican nuestro cerebro para que comamos más…

La adicción a los dulces y a los alimentos ricos en grasas tiene una explicación científica: este tipo de alimentos modifican el cerebro para que nos entren más ganas de seguir comiéndolos. Lo ha visto un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Colonia (Alemania) y de la Universidad de Yale (EE.UU.) que explica cómo los alimentos con un alto contenido de grasa y azúcar modifican nuestro cerebro, tanto si comemos regularmente o solo pequeñas cantidades.
El estudio que se publica en Cell Metabolism para responder a la pregunta de por qué nos gustan tanto los alimentos poco saludables y que engordan. «Nuestra tendencia a comer alimentos ricos en grasas y azúcares, la llamada dieta occidental, podría ser innata o desarrollarse como resultado del sobrepeso. Pero creemos que el cerebro aprende esta preferencia», explicó Sharmili Edwin Thanarajah, autor del estudio.
Para probar su hipótesis, los investigadores administraron un grupo de voluntarios un pastel rico en grasa y azúcar al día durante ocho semanas, además de su dieta normal. El otro grupo recibió pastel que contenía la misma cantidad de calorías, pero menos grasa. La actividad cerebral del voluntario se midió antes y durante las 8 semanas.
La respuesta del cerebro a los alimentos con alto contenido de grasa y azúcar aumentó considerablemente en el grupo que comió el pastel rico en azúcar y grasa después de 8 semanas.
Esto, explica en su artículo, activó el sistema dopaminérgico, la región del cerebro responsable de la motivación y la recompensa. «Al medir la actividad cerebral vimos que el cerebro se reconfigura mediante el consumo de patatas fritas y alimentos ricos en grasas. De manera inconsciente aprende a seleccionar los alimentos que le resultan más gratificantes», explicó, Marc Tittgemeyer, quien dirigió el estudio. «A través de estos cambios en el cerebro -añadió-, inconscientemente siempre preferiremos los alimentos que contienen mucha grasa y azúcar».
Aunque durante el periodo en el que se prolongó la investigación no hubo un incremento de peso en las personas que participaron en él, ni en los que tomaron el pastel rico en grasas ni en los controles, ni se detectaron alteraciones en sus valores sanguíneos, como el azúcar en la sangre o el colesterol, los investigadores asumen que la preferencia por los alimentos azucarados continuará después del final del estudio. «Estas nuevas conexiones en el cerebro creadas no desaparecen tan rápido. Después de todo, el objetivo principal del aprendizaje es que una vez que aprendes algo, no lo olvidas tan rápido», reconoció Tittgemeyer. BP

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