viernes, 18 de agosto de 2023

La amabilidad como vocación de servicio…

Los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio de sí mismo. (Gál 5, 22-23)

Hoy en día nuestra sociedad es poco grata, las relaciones entre las personas son cada día más frías, más ásperas.

Actualmente es característico que las relaciones interpersonales se basen en un cálculo de costo-beneficio. Se ha perdido la incondicionalidad y la espontaneidad de éstas.

Los vínculos entre las personas son superficiales.

Hace falta cariño, amabilidad, afecto, comprensión, ternura y caridad.

La gente educada y cortés es muy necesaria e importante en nuestra colectividad, ésta cumple las normas, no importuna y respeta al otro, pero sobre todo hacen falta más personas amables que además de lo anterior, van más allá, tienen una vocación de servicio, de ayuda, son solidarias y empáticas.

La armonía de nuestro entorno social en gran medida está determinada por el nivel de amabilidad sobre el cual hayamos fundado nuestras relaciones.

La amabilidad es fundamental para relacionarnos de una manera positiva y satisfactoria con los otros en todos los ámbitos, esto es familiar, laboral, escolar, etc.

Es en nuestros actos cotidianos en donde se va a ver reflejada siempre.

La amabilidad es definida como el acto o el comportamiento en el cual nos mostramos corteses, complacientes y afectuosos hacia los demás. La palabra, como tal, proviene del latín amabilitas, amabilitatis.

Es la cualidad de amable. Este adjetivo se refiere a aquel o aquello que es afable, afectuoso o digno de ser amado. Por extensión, se conoce como amabilidad a la acción amable.

Está fundamentada en el respeto, el afecto y la benevolencia en nuestra forma de relacionarnos con el otro.

Es esencial para la convivencia en sociedad.

Es una forma de demostrar respeto y afecto hacia las personas con las que tratamos día a día.

La amabilidad es un rasgo de la personalidad que puede describirse como cooperativo, educado, afable y amigable. Las personas con alta amabilidad son más confiadas, afectuosas, altruistas y generalmente muestran más comportamientos prosociales que otros.

Las personas que cuentan con este valor social actúan de forma desinteresada, ayudan por el simple hecho de ayudar, sin buscar ningún beneficio a cambio. Son cariñosas, dan afecto. Proyectan el verdadero sentido del calor humano.

La amabilidad está vinculada al amor, a la bondad, a la solidaridad, a la fraternidad, a la sinceridad, a la honestidad, y a la generosidad.

Nace en los sentimientos que el hombre alberga por estar creado a imagen y semejanza de Dios.

Se es amable, principalmente, por el amor que tenemos a toda criatura obra de nuestro Padre.

Refleja el cumplimiento del mandamiento dado por Nuestro Señor “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. BLGG

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