Me desperté por primera vez a la 1 de la mañana por las alergias que no me
dejaban dormir a gusto. Me despierto y trato de rezar un rosario o pensar en
nada para poder dormir pero nada sirve. Me quedo en cama como veinte minutos hasta
que me canso de no hacer nada y pienso, “pues por lo menos voy a aprovechar el
tiempo”. Tomo los Miserables de Víctor Hugo pensando que leyendo una media hora
seguro que me quedaría dormido, pero leí 45 minutos y no me llego el menor
parpadeo.
Me salgo de la cama murmurando enojado, “¡ah, ya
voy a ser el hermano que nunca duerme en la comunidad!”, y me fui a caminar por
el pasillo. Nosotros dormimos en cuartos
con una puerta de madera para todos igual, y flanqueando un largo pasillo.
Salgo al pasillo y se ve bastante tenebroso. Las luces prendidas (durante toda la noche), el piso blanco
y las puertas de los hermanos por los dos lados. Camino un poco y me impresiona
el silencio tenebroso. Y me viene
el pensamiento, como de golpe, “todos están dormidos, es como si estuviera
totalmente solo”. En este momento (lo admito) me entró algo de miedo. Me voy encaminando hacia mi
cuarto porque el silencio y la soledad hacen aumentar el miedo.
Y, de repente voy acercándome a mi cuarto cuando
veo sobre una puerta con el signo ‘Oratorio’. Es el cuarto de Jesús; si, Jesús,
el hijo de Dios, que murió y resucito por nosotros, que camino en esta tierra
hace 2000 años, que vive a dos puertas de mí, que no está dormido.
Me entró una paz y lo vi con tanta fe, que me quede parado un rato viendo
el letrero. Después de un rato hice una pequeña oración y me fui a dormir. Me
acosté y no me la podía creer. ¡Dios
vive a dos puertas de mí! ¡Está despierto toda la noche, me espera durante el
día y esta tan cerca!
Pensé que
sufría mucho. Que había dormido solo unas cuantas horas. Que era el que nunca
dormía. Pero me encontré con que hay otro que siempre nos espera, que vive tan
cerca y ‘tan lejos’, me encontré con el que nunca duerme… JA
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