Dar
sin esperar nada a cambio
La
gratuidad se define como dar sin esperar nada a cambio, como un regalo que no
busca recompensa ni reconocimiento. Esta es la forma de dar que nos propone
Jesús, que nos invita a amar a nuestros enemigos, a hacer el bien a los que nos
odian, a prestar sin esperar devolución (cf.
Lc 6,27-35). Esta forma de dar nos libera de la lógica del mercado, de la
competencia, de la rentabilidad, que nos hace ver al otro como un medio o un
rival, y no como un hermano o una hermana.
Reconocer
que todo es don
Para
poder dar de forma gratuita, necesitamos reconocer que todo lo que tenemos y
somos es un don de Dios, que nos ha creado por amor y nos ha dado todo lo que
necesitamos para ser felices. Dios es el que da y nosotros somos solo
administradores de sus bienes, que debemos usar con responsabilidad y
generosidad, sin gloriarnos ni exigir más de lo que nos corresponde. Dios nos
ha dado lo más grande: su propia vida, su Hijo Jesucristo, que se entregó por
nosotros en la cruz, y su Espíritu Santo, que nos acompaña y nos guía. Todo lo
que tenemos o es Dios, o es prueba y prenda de su amor.
Dar
en medio del Pueblo de Dios
Dios
no se da de forma abstracta o individualista, sino que se da en medio de su
Pueblo, que es la Iglesia. Dios se ha hecho historia con nosotros, asumiendo
nuestra humanidad, nuestra debilidad, nuestra fragilidad, manteniéndose fiel a
pesar de nuestras infidelidades. Dios se da en los sacramentos, especialmente
en la Eucaristía, donde nos ofrece todo su Cuerpo y su Sangre, su Alma y su
Divinidad. Nuestro dar no puede ignorar esta realidad, sino que debe estar en
sintonía con el modo de dar de Dios, que se hace cercano, que se hace pobre,
que se hace uno de nosotros.
Dar
siempre y totalmente
Dios
no pone límites a su amor, sino que se da siempre y totalmente, sin condiciones
ni reservas. Dios no se cansa de perdonarnos, de esperarnos, de buscarnos, de
llamarnos. Dios es mendigo de nuestro amor, que quiere que le correspondamos
con todo nuestro ser. La gratuidad implica imitar esta forma de dar de Dios,
que no se guarda nada, que no se mide, que no se calcula, que no se rinde. La
gratuidad implica dar lo mejor de nosotros mismos, sin escatimar esfuerzos ni
recursos, sin esperar resultados ni aplausos.
Dar
por amor
La
razón última de la gratuidad es el amor, que es el motor de todo lo que hacemos
y el sentido de todo lo que somos. El amor es el que nos mueve a dar, el que
nos hace felices al dar, el que nos une a Dios y a los demás al dar. El amor
tiene razones que la razón no entiende, como decía Pascal, porque el amor es un
misterio, una gracia, un don. El amor es el que nos hace gratuitos, porque el
amor es gratuito, porque Dios es amor.
Dar
para enriquecernos
La
gratuidad no es una pérdida, sino una ganancia, porque al dar nos enriquecemos,
al dar nos hacemos más semejantes a Dios, al dar nos abrimos a la comunión, al
dar nos llenamos de alegría. La gratuidad es una paradoja, porque al dar
recibimos, porque al dar nos multiplicamos, porque al dar nos salvamos. La
gratuidad es una bendición, porque al dar bendecimos, porque al dar somos
bendecidos, porque al dar glorificamos a Dios.
Dar
para transformar el mundo
La
gratuidad no es una utopía, sino una realidad, que podemos vivir y testimoniar
en nuestro mundo, que necesita de gestos y actitudes gratuitas, que rompan las
cadenas del egoísmo, de la indiferencia, de la violencia, de la injusticia. La
gratuidad es una fuerza, que puede transformar el mundo, que puede hacer
posible el Reino de Dios, que puede hacer florecer la fraternidad, la
solidaridad, la paz. La gratuidad es una misión, que nos compromete a ser
signos e instrumentos de la gratuidad de Dios, que nos llama a ser sus
testigos, sus discípulos, sus amigos.
Dar
para vivir plenamente
La
gratuidad es una vocación, que nos invita a vivir plenamente, a vivir como
hijos de Dios, a vivir como hermanos de todos, a vivir como amigos de Jesús. La
gratuidad es una elección, que nos desafía a renunciar a lo que nos impide dar,
a lo que nos ata, a lo que nos aleja de Dios y de los demás. La gratuidad es
una propuesta, que nos ofrece la felicidad, la libertad, la vida. La gratuidad
es un arte, que podemos aprender y practicar, que podemos admirar y compartir,
que podemos disfrutar y agradecer. La gratuidad es un don, que podemos recibir
y ofrecer, que podemos celebrar y alabar, que podemos vivir y amar. Cn
No hay comentarios.:
Publicar un comentario