Muchos
de esos fallecimientos son evitables a través de la realización de maniobras de
reanimación cardiopulmonar (RCP) y la utilización del desfibrilador automático
(DEA). Especialistas brindaron una serie de consejos para actuar en estas
situaciones.
La
muerte súbita es aquella que se produce de forma natural, repentina e
inesperada, la mayoría de las veces por una causa cardiovascular. En ese
sentido, según los datos del Ministerio de Salud nacional, “si bien las
estadísticas vitales de la Argentina no reportan como causa de defunción a la
muerte súbita, en base a la información internacional y según reportes
nacionales, se estiman localmente unos 40.000 casos anuales. En base a estas
consideraciones, se espera aproximadamente 1 caso de muerte súbita cada 1.000
habitantes”.
Según
indicaron desde la Fundación Cardiológica Argentina en un comunicado,
actualmente está vigente y reglamentada la Ley 27.159 de prevención integral de
la muerte súbita, que establece que los lugares públicos y privados de acceso
público, con concentración o circulación superior a 1.000 personas por día,
deberán contar con, al menos, un desfibrilador automático externo y personas
entrenadas en Reanimación cardiopulmonar (RCP).
“La
muerte súbita es frecuente y tal vez muchas de esas muertes no sean evitables,
pero otras sí. Brindándoles asistencia inmediata, se puede cambiar el
pronóstico de estas personas, con corazones muchas veces demasiado jóvenes para
morir. Todos podemos y debemos dar esa asistencia. Las maniobras de RCP y
manejo del desfibrilador automática (DEA) son herramientas imprescindibles para
la atención temprana de la muerte súbita extrahospitalaria”, sostuvo la doctora
Ana Salvati, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina.
Justamente
desde la Fundación Cardiológica Argentina y la Sociedad Argentina de
Cardiología reclaman que esta norma, prácticamente, no se cumple. Incluso,
indican que muchas provincias no adhirieron y que una ínfima porción de la
población está adentrada en maniobras RCP para asistir a alguien que sufre un
paro cardíaco fuera de un centro asistencial (como sucede la mayoría de las
veces), ya que estos casos suelen ocurrir en el hogar, en el trabajo o en la
vía pública.
En
ese contexto, organizada por la Fundación Cardiológica Argentina, del 21 al 27
de agosto, se llevó a cabo la 8ª Semana de Concientización y Prevención de la
Muerte Súbita, una oportunidad para visibilizar esta problemática y concientizar
a la comunidad. En tanto, hasta el 29 de septiembre, que es el Día Mundial del
Corazón, la entidad otorgó 1.000 becas para tomar cursos de RCP gratuitos.
Según
Salvati, “solo la RCP iniciada de forma inmediata y el acceso a un
desfibrilador externo automático (DEA) pueden cambiar el pronóstico. Si la
persona es asistida durante el primer minuto, tiene entre el 70% y 80% de
chances de llegar con vida al centro asistencial; chances que van disminuyendo
un 10% con cada minuto que se demora el inicio de las maniobras de RCP. Además,
a partir de los tres minutos de ocurrido el paro cardíaco, la falta de aporte
de oxígeno al cerebro provoca un daño irreversible, si la víctima no fue
asistida con las compresiones torácicas para mantener la circulación de la
sangre”.
¿Por qué ocurre una muerte
súbita?
De
acuerdo a lo explicado por el doctor Mario Fitz Maurice, exdirector del Consejo
de Arritmias de la Sociedad de Cardiología, “la mayoría de las veces la muerte
súbita ocurre de manera secundaria a una arritmia, es decir que el corazón deja
de latir normalmente y empieza a temblar. A ese temblor la medicina lo denomina
fibrilación ventricular. Cuando tiembla, el corazón no puede contraerse y,
entonces, no puede bombear sangre y así la víctima pierde el estado de
conciencia y se desploma”.
Esa
arritmia que mencionó Fitz Maurice es mortal, por lo que la única manera de
salvar una vida luego de un episodio de este tipo es aplicando en forma rápida
y eficaz maniobras de RCP y utilizando un desfibrilador que tiene la función de
cortar esa arritmia mortal. “Es muy importante estar entrenado en la
realización de estas maniobras porque es impensable, en ningún lugar del mundo,
que los servicios de emergencia puedan acercarse al lugar del hecho en menos de
cinco minutos”, planteó el doctor.
La
muerte súbita puede ocurrir en personas con una enfermedad cardíaca conocida o
en aquellas que ignoran el problema, ya que nunca han tenido síntomas o, si los
tuvieron, fueron leves y no los relacionaron con el corazón. Este desenlace
puede darse en cualquier edad y puede estar relacionada, o no, con una
actividad física o deportiva. No obstante, las causas y el nivel de incidencia
varían con los años. En menores de 35 años, por caso, obedece generalmente a
enfermedades congénitas del corazón. En mayores de 40, en cambio, se suele
producir como consecuencia de un infarto de miocardio.
“El
80% de estas personas no tiene síntomas previos y el 20% tiene síntomas que no
duran más de una hora antes de que se produzca el episodio. Entre los signos de
alerta, se encuentran los desmayos, palpitaciones fuertes y dolores en el
pecho. Con relación al cuadro de muerte súbita en sí, la persona afectada se
cae inexplicablemente, pierde la conciencia, deja de respirar normalmente y
pierde el pulso”, describieron los especialistas mencionados en esta nota.
¿Qué hacer ante una
emergencia?
Lo
que se detalla a continuación no reemplaza la capacitación que se recibe al
realizar los cursos validados de RCP. La recomendación es que todas las
personas tomen el curso para estar preparadas si fuera necesaria su
intervención. De todas maneras, a modo de introducción en el tema, las
instituciones detallaron lo siguiente.
En
presencia de alguien que inexplicablemente cae inconsciente, que se lo llama y
no contesta, el primer paso es chequear si respira. Si no lo hace, o lo hace
con dificultad, es necesario llamar o pedir que alguien llame al número local
de emergencias y consultar por la disponibilidad de un DEA.
Inmediatamente,
hay que comenzar a realizar compresiones rápidas y fuertes en el centro del
tórax, hundiendo el tórax como mínimo 5 centímetros y realizando entre 100 a
120 por minuto, que es el mismo tempo que la canción Stayin' alive de los Bee
Gees. Luego, ante la llegada del desfibrilador, seguir sus instrucciones de uso
hasta el arribo de la ambulancia.
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