Texto
del Evangelio (Jn 12,44-50): En
aquel tiempo, Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en
aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo,
la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las
tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque
no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza
y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he
hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta,
sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y
hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo
hablo como el Padre me lo ha dicho a mí».
Comentario del Evangelio
Hoy, Jesús nos introduce en la intimidad de la
Santísima Trinidad. Dios no es un ser solitario; Él es desde siempre como una
familia, una comunidad de personas que viven una misma Vida: Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
El Padre ha enviado a su Hijo eterno a la tierra para
curar a la humanidad debilitada por el pecado. El Hijo hecho hombre es Jesús de
Nazaret: ¡Él viene del Padre!
—Quien cree a Jesús cree al Padre. ¡Gracias, Jesús, porque
me has dicho que Dios es mi Padre del cielo!
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