Compartir, ayudar y motivar son las prioridades de este blog, tratando de iluminar el camino de nuestros semejantes con nuestra pequeña luz interior, basados en tres pilares fundamentales: "Respeto, Humildad y Honestidad"
jueves, 29 de febrero de 2024
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La Transfiguración: una luz para nuestra Cuaresma…
El Evangelio de San Marcos nos relata un episodio sorprendente en la vida de Jesús: la Transfiguración. Jesús se lleva a tres de sus discípulos, Pedro, Santiago y Juan, a un cerro alto y allí cambia su apariencia ante ellos. Su ropa se vuelve brillante y blanca, y aparecen junto a él dos grandes figuras de la historia de Israel: Moisés y Elías. ¿Qué significa este acontecimiento? ¿Qué nos quiere revelar Jesús con este gesto?
La gloria de Jesús
La Transfiguración nos muestra la gloria de Jesús, su verdadera identidad como el Hijo de Dios. Jesús no es un simple profeta o un maestro de sabiduría, sino el Mesías esperado, el que viene a cumplir la ley y los profetas, representados por Moisés y Elías. Jesús es el que tiene el poder de transformar la realidad con su palabra y su obra. Jesús es el que nos comunica la vida y la luz de Dios.
La voz del Padre
La Transfiguración también nos hace escuchar la voz del Padre, que sale de la nube que cubre el cerro. El Padre nos dice: “Este es mi Hijo predilecto: escúchenlo”. El Padre nos invita a reconocer a Jesús como su Hijo amado, y a prestar atención a su enseñanza y a su ejemplo. El Padre nos pide que confiemos en Jesús, que le sigamos y que le amemos.
La reacción de los discípulos
La Transfiguración nos revela la reacción de los discípulos ante el misterio de Jesús. Los discípulos quedan asombrados y asustados por lo que ven y oyen. Pedro, impulsivo y entusiasta, propone hacer tres chozas para quedarse allí con Jesús, Moisés y Elías. Pedro quiere retener el momento de gloria, sin entender que Jesús tiene que pasar por el camino de la cruz. Los discípulos no comprenden todavía el sentido de la misión de Jesús, ni el de su propia vocación.
La bajada del cerro
La Transfiguración nos cuenta la bajada del cerro, después de la visión. Jesús les ordena a los discípulos que no cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del Hombre resucite. Jesús les anticipa así el misterio de su muerte y resurrección, que será el culmen de su revelación y de su salvación. Jesús les prepara para afrontar la hora de la prueba, cuando tendrán que dar testimonio de su fe y de su amor.
La luz para nuestra Cuaresma
La Transfiguración nos ofrece una luz para nuestra Cuaresma, el tiempo litúrgico que nos prepara para celebrar la Pascua. La Cuaresma es un tiempo para subir con Jesús al cerro de la oración, para contemplar su rostro y escuchar su voz. La Cuaresma es un tiempo para bajar con Jesús al valle de la vida, para seguir sus pasos y compartir su cruz. La Cuaresma es un tiempo para limpiar nuestro corazón de todo lo que nos aleja de Dios y de los hermanos: el odio, el rencor, el insulto, el egoísmo, la indiferencia.
La invitación a las familias
La Transfiguración nos hace una invitación especial a las familias, que son la primera comunidad de fe y de amor. Las familias están llamadas a vivir la Cuaresma como un momento de gracia, de conversión y de renovación. Las familias están llamadas a acoger la presencia de Jesús en su hogar, a escuchar su palabra en su corazón, a imitar su actitud en su relación. Las familias están llamadas a ser testigos de la luz de Jesús en el mundo, a irradiar su alegría y su esperanza, a compartir su misericordia y su paz.
La oración final
La Transfiguración nos inspira una oración final, que podemos hacer juntos como familia:
Señor Jesús, te damos gracias por el don de la Transfiguración, que nos muestra tu gloria y nos hace escuchar la voz del Padre. Te pedimos que nos ayudes a vivir la Cuaresma como un tiempo de encuentro contigo, de seguimiento de ti, de testimonio de ti. Te pedimos que nos ayudes a limpiar nuestro corazón de todo lo que nos separa de ti y de los demás, y a hacerlo brillar con el poder transformador de tu amor. Te pedimos que nos ayudes a ser una familia unida, feliz y santa, que refleje tu luz en el mundo. Amén. Cn
Día litúrgico: Jueves II (B) de Cuaresma
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El objetivo de toda la cuaresma se revela en esta semana: se trata de dejarse transfigurar por el Señor. Por Dios que nos hizo, nos sigue haciendo y nos quiere transfigurar. Esta transfiguración no es el resultado de un arduo ejercicio de prácticas de piedad. Todo lo contrario, este cambio de figura en cada uno es posible sólo como consecuencia de saberse hijos amados del Padre.
En este sentido, el cambio profundo es un don de Dios. Modifica escuchar constantemente en la propia vida que se es hijo del Padre y que el Padre ama con su amor especialísimo. Es de esta experiencia existencial de amor sin reservas, de la que brotan los cambios. Quien se sabe profundamente amado, quiere estar a la altura del amor del que lo ama.
La experiencia de conversión-transfiguración que quiere conseguir la cuaresma en cada cristiano, no es algo que se viva en lo íntimo de la soledad personal, en realidad no tendría tanto sentido. Por eso Jesús insiste luego de su transfiguración, en bajar a continuar la vida. La cuaresma que quiere renovar a cada cristiano, lo quiere hacer en beneficio de los demás. Jesús es muy claro, no es posible construir chozas y quedarse ahí, es necesario bajar, ir al mundo de las necesidades, prisas, trabajos, encuentros: allá es donde surtirá efecto la conversión personal. SA