Oración
para pedir arrepentimiento
¡Mírame Oh mi amado y buen Jesús! Que
postrado en tu santísima presencia, te ruego, con el mayor fervor, imprimas en
mi corazón los más vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero
dolor de mis pecados y propósito firmísimo de enmendarme; mientras que yo, con todo el amor y con
toda la compasión de mi alma, voy considerando tus cinco llagas, teniendo
presente lo que de tí oh buen Jesús dijo el santo profeta David: “Han
taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos”.
Los tres viajes que hay que hacer para conseguir contrición o arrepentimiento
a)
Uno al Calvario y recordar todo lo que Jesús sufrió por nosotros (leamos por ej. El Cap.27 de S. Mateo).
Esto ayuda mucho a arrepentirse de los pecados pues ellos fueron los que
crucificaron a Jesús.
b)
Ir con la imaginación al Cielo y pensar en las alegrías y felicidad que allá
nos esperan. Pero pensar: todo eso lo perderé si
sigo pecando. Este pensamiento lleva a aborrecer el pecado.
c)
Ir con la imaginación al Infierno. “los malos
tendrán castigo eterno” (Mateo 25, 46)
y pensar que allá
podemos ir también nosotros si no abandonamos nuestros pecados y malas
costumbres. A millones de personas los ha salvado esto y los ha
alejado de sus pecados.
Hagamos
pues estos tres viajes con la imaginación: veremos el buen resultado. En el examen de conciencia no
nos examinemos únicamente del mal que hemos hecho. Sino también del bien que pudimos hacer y no
hicimos, que son los pecados de omisión.
Hay personas que no matan ni roban pero que se pasan los días sin hacer
favores. El rico Epulón del evangelio no se fue al infierno por ser asesino ni
ladrón sino por haber podido ayudar a Lázaro y no haberle querido ayudar.
P.
Eliécer Sálesman. Cómo hacer una buena confesión.
Quien vive en pecado grave es muy fácil que se condene por
tres razones:
1) Porque después es muy posible que le falte la
voluntad de confesarse, como le falta ahora.
2) Porque, aun
suponiendo que no le falte esta voluntad, es posible que le sorprenda la muerte sin tiempo
para confesarse.
3) Finalmente, quien descuida la confesión, y
va amontonando pecados y pecados, cada vez encontrará más dificultades para
romper.
Un
hilo se rompe mucho mejor que una madeja. Para arrepentirse sería entonces
necesario un golpe de gracia prodigioso; y esta gracia sobreabundante Dios no
suele concederla a quien se obstina en el mal. Jesucristo se lo advierte así a
los que quieren jugar con Dios: «Me buscaréis y no me encontraréis, y moriréis
en vuestro pecado» JL
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