Texto del Evangelio (Mc
9,2-10): En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los
llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de
ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que
ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les
aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Toma la
palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres
tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué
responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les
cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado,
escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a
Jesús solo con ellos.
Y cuando
bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que
el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Comentario del Evangelio
Hoy
asistimos a un momento solemne de la vida de Jesús: la Transfiguración.
¡Impresionante! Ahí aparecen también Elías y Moisés, los grandes líderes de
Israel en el Antiguo Testamento. Es como un resumen de la historia de la
salvación. ¡Es como estar en el cielo!
—Pero, ¿de
qué hablan? Precisamente, del sacrificio de Cristo en la Cruz. ¿Sabes por qué?
Sin sacrificio no hay amor ni felicidad.
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