Ante
todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo.
Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos
escalofrío al pensar qué sería de nosotros en esa situación, sin hacer nada, a
lo mucho pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar condolencia.
Por
otra parte, pasa el tiempo y vemos con asombro la indiferencia que poco a poco
envuelve a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y
mientras no seamos los afectados todo parece marchar bien. Este desinterés por
los demás se solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro
propio bienestar.
Sin
embargo, son las personas que nos rodean quienes necesitan de esa compasión que
comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Somos
compasivos cuando visitamos a un amigo o familiar que ha sufrido un accidente o
padece una grave enfermedad y no nos quedamos en la simple lamentación de su
estado, sino que estamos también pendientes de su recuperación.
Se
ve en la reacción comprensiva de un padre o madre de familia ante las faltas de
los hijos por inmadurez o descuido y reprenden, animan y confían en su actitud
de cambio.
En los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en
comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños,
festejan y animan a todos en sus juegos.
Con
la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores como la generosidad y el
servicio por poner a disposición de los demás tiempo y recursos personales; la
sencillez porque no se hace distinción entre las personas por su condición; la
solidaridad por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; la
comprensión porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la
ayuda desinteresada.
La
compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el bien
de nuestros semejantes, por lo que evita criticar y juzgar las faltas y errores
ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de
formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente.
La
compasión va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en
descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud
permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil
sentimiento de lástima, indolencia y egoísmo. Cn
No hay comentarios.:
Publicar un comentario