No
es un enemigo externo frente al cual luchar con la fantasía de eliminarlo, ni
una falla de la voluntad. Es necesario pensar en el contexto integral de las
conductas adictivas.
La
historia se repite desde hace décadas. Al preparar una charla, una presentación
o un artículo sobre el tema drogas o adicciones, se busca alguna noticia afín
que pueda resonar en el auditorio y captar su atención. Hace algunos años había
que buscar mucho, tampoco existía el acceso a la información actual, pero en la
actualidad, las noticias sobre temas de drogas, adicciones y lamentablemente
desenlaces graves hasta fatales, son habituales y frecuentes.
Esto
se hace evidente con el terrible hecho de enterarnos, al escribir esta nota,
que una persona ha muerto luego de consumir éxtasis en una fiesta electrónica.
Las consecuencias del consumo de sustancias, de las ‘drogas recreativas’ son
fatales, una ‘simple pastilla’ o ‘solo una’, o el ‘toma un poquito’, puede
terminar con la vida de una persona. Esto es algo que pasa todos los días, y no
ocurre necesariamente en lugares marginales y/o en personas a las cuales se las
estigmatiza y casi justifica su destino, bajo la etiqueta de adictos. Es decir,
no se trata de un problema moral, sino de una enfermedad y en gran parte una de
carácter social.
El
tema ha ido escalando de manera que quizás no sospechábamos y así cualquier
ciudad importante del mundo se encuentra con personas en situación tan
dramática que en algunos casos se los ha catalogado de zombies. De qué manera
las drogas zombies pueden devastar el cerebro, seres sin rumbo, con una vida
destruida y que de alguna manera parecen haber perdido la característica
humana, sin embargo, lo son. El problema ha escalado hasta ser considerado una
epidemia que necesita una acción presidencial en Estados Unidos.
La
ONU estableció en 1987 los días 26 de junio de cada año, como el Día
Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de
Drogas, que, en su postulado inicial, muestra la idea que se tenía en la década
del 80 respecto a cómo abordar el problema del uso indebido de sustancias, y
esta era la lucha contra algo.
En
ese postulado básico hay conceptos de los que aún hoy no podemos desprendernos.
Por un lado, que frente a un problema hay que adoptar una metodología de
combate, de lucha, el tema a abordar es ‘el enemigo’ y eso lleva a pensarlo
como algo externo o ajeno, sin buscar las raíces internas personales o sociales
de la problemática, y en esa alienación frente al tema hay no solo enemigos,
sino culpables.
De
allí diferentes protocolos que, en lo operativo, se expresan bajo forma de
procesos policiales y/o militares de búsqueda de cargamentos de drogas o atacar
cultivos en la época en la que estos eran mayoritariamente de producción
natural. Hoy es uno de los paradigmas que han cambiado con la irrupción de las
drogas sintéticas que salen al mercado, y que son para los traficantes un
negocio millonario bajo innumerables formas y nombres.
Prevención en lugar de lucha
contra las drogas
Por
otro lado, al fracasar las anteriores estrategias bélicas, optar por una
postura diametralmente opuesta y es aceptar el consumo como algo inevitable y
buscar asociarse y ‘reducir el daño’. Es en este contexto pendular, se ha ido
evolucionando hasta llegar a un constructo mucho más sano y positivo que es el
de la prevención como aspecto central en contraposición con el de ‘lucha’. Así,
los lemas usados en este día conmemorativo establecido por la ONU, en los
últimos años, han ido progresivamente a temas relativos a esta idea de
prevención.
Existe,
también, otro factor que quizás impide el comprender el concepto en su
actualidad y es el que la palabra adicción, nos lleva por hábito a pensar en
aquella referida a sustancias, y en particular en sustancias denominadas
ilegales. Así, todos los días aparecen nuevas sustancias, que sin diferenciarse
sustancialmente del árbol común de las sustancias psicoactivas de base (por
ejemplo anfetaminosimiles), vuelven a acentuar y restringir de alguna manera
toda la problemática al paradigma toxicológico de la adicción.
“Sin
embargo, la adicción, es decir aquel que es esclavo de algo, responde a
aspectos, psicológicos, sociales, es decir una modalidad interna de respuesta,
más que a la inmensa oferta que busca incentivar y satisfacer efímeramente ese
vacío interno”, esa búsqueda de más y más y en particular la inmediatez en la
retribución que ello implica.
Al
igual que las diferentes drogas, también vemos comportamientos son cada vez más
diversos, ya que la oferta desde lo social al igual que las nuevas drogas se
multiplica incesantemente y así pueden ser desde la compra compulsiva, la
ludopatía, o inclusive la compulsión al sexo que cuando se planteaba hace años
se dudaba de su existencia y en cada una de ellas una enorme diversidad de
variables.
Si
bien a los fines de las clasificaciones de las enfermedades no siempre se las
considera ‘adicciones’, si se trata de comportamientos compulsivos y adictivos
sobre los cuales el sujeto tiene escaso control y el factor clave es el del
circuito de recompensa del cual ya hemos hablado: Cómo funciona el circuito de
recompensa del cerebro y por qué es clave en la tecnoadicción. El mismo
articula en el sistema nervioso, áreas encefálicas más profundas ligadas a
aspectos, por ejemplo, motores, con otras ligadas a las emociones y desde ya
otras, las más elaboradas, a las cogniciones, a los pensamientos.
Es
decir, una adicción no es algo externo frente a lo cual podemos luchar en la
fantasía de eliminarlo o ‘una falla de la voluntad’, sino una compleja
construcción que abarca todos los aspectos del ser: orgánicos, genéticos,
psicológicos, su pasado, su presente y desde ya todo eso inmerso e
interactuando con el contexto de una sociedad, en la cual intervienen factores
culturales, políticos, económicos, entre otros.
Quizás
a ese factor, el del contexto, debamos darle más y más importancia, e ir dejando
de lado que el eje sea ‘la droga’.
Una
sociedad que necesita la satisfacción inmediata y cada vez más variada de
estímulos, donde inevitablemente los mismos se agotan y necesitan ser renovados
sin cesar y que al mismo tiempo sean estos de mayor intensidad, permite
entender desde una perspectiva más amplia, no solo el tema de ‘las drogas’,
sino los múltiples comportamientos adictivos, como una que parece
sorprendernos, pero es signo de los tiempos como la ludopatía infantil.
Esta
visión, este paradigma no nuevo sino actual, que comprende todos los aspectos
del ser y de lo social, es el que permite organizar respuestas y abordajes,
sean estos individuales, hasta colectivos y aun políticas relativas a la
prevención. No se trata de luchar, sino entender la dimensión global y el
riesgo fundamental que han adquirido las adicciones en la actualidad en el
mundo.
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