Ofrecemos estos
breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación
individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la
misa del domingo 14 de diciembre de
2025.
Se dividen en tres
partes: lo que Dios nos dice (con un comentario que nos puede ayudar a
comprender el Evangelio); lo que nosotros podemos decirle a Él como respuesta;
y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que ayuden a
muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro Señor.
Dios nos habla
•
“Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense,
pues el Señor está cerca” (Flp 4,4-5).
•
“Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de
Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: «¿Eres tú el que ha
de venir o debemos esperar a otro?» Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan
lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los
leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena
Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo
de tropiezo!»” (Mt 11,2ss).
•
“El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a
los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. El
Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El
Señor ama a los justos, y protege a los extranjeros. Sustenta al huérfano y a
la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sion, a lo largo de las generaciones” (Salmo 145).
Reflexión
•
“El Señor… a la pregunta sobre su propia identidad, responde
no con palabras, sino con hechos. Id —dice- a anunciar a Juan lo que
estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos
quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les
anuncia la buena noticia. Y sin embargo, estos ejemplos aducidos por el
Señor no son aún los definitivos: la plenificación de la fe es la cruz del
Señor, su muerte, su sepultura. Por eso, completa sus anteriores afirmaciones
añadiendo: ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí! Es verdad
que la cruz se presta a ser motivo de escándalo incluso para los elegidos, pero
no lo es menos que no existe mayor testimonio de una persona divina, nada hay
más sobrehumano que la íntegra oblación de uno solo por la salvación del mundo;
este solo hecho lo acredita plenamente como Señor. Por lo demás, así es cómo
Juan lo designa: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. En
realidad, esta respuesta no va únicamente dirigida a aquellos dos hombres,
discípulos de Juan: va dirigida a todos nosotros, para que creamos en Cristo en
base a los hechos” (San Ambrosio de
Milán, Exposición sobre el evangelio
de san Lucas).
Nosotros le hablamos
•
“Dios y Padre nuestro, que acompañas bondadosamente a tu
pueblo en la fiel espera de nacimiento de tu Hijo, concédenos festejar con
alegría su venida y alcanzar el gozo que nos da su salvación. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos” (Oración
Colecta).
Nuestra vida cambia
•
¿Cómo obra el Señor en nuestra vida?
•
¿Cómo correspondemos nosotros?
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