El equilibrio es una habilidad
fundamental que a menudo damos por sentada y cuya importancia va más allá de
evitar que nos caigamos. De hecho, estudios recientes han demostrado que la
capacidad de sostenernos sobre una sola pierna puede ser uno de los mejores
indicadores físicos del estado general de salud y la longevidad. Y, además, es
un test que todos podemos hacer en casa.
El test de los 10 segundos
En 2022, una famosa
investigación que se publicó en la revista ‘British Journal of Sports Medicine’
reveló que la incapacidad para aguantar en esa posición al menos 10 segundos se
asociaba con un riesgo de muerte dos veces superior en personas a partir de los
50 años. Tras evaluar a 1.702 individuos de entre 51 y 75 años, los autores
encontraron que quienes no pasaban la prueba tenían una tasa de mortalidad
significativamente mayor durante un seguimiento de 7 años.
Un nuevo estudio realizado por
la Clínica Mayo con 40 adultos sanos mayores de 50 años corroboró esos
hallazgos. Según sus conclusiones, publicados en octubre de 2024 en PLOS One,
la capacidad de mantener el equilibrio sobre una pierna (especialmente sobre la
no dominante) no solo disminuye significativamente con la edad, sino que es el
mejor indicador del envejecimiento neuromuscular.
Hasta el momento se han
empleado otros parámetros como la marcha, la fuerza de agarre con la mano o la
fuerza de las piernas. Ahora se tiene la certeza de que el equilibrio es el
factor más afectado por la edad, con cambios significativos con cada década de
vida.
Así nos mantenemos en pie
Para guardar el equilibrio
mientras nos apoyamos en el suelo con un solo pie es esencial recibir
información sobre la orientación del cuerpo en el espacio. Además, debemos
generar las contracciones musculares óptimas con el fin de mantener el tono
postural y activar una respuesta coordinada de nuestros músculos que evite que
nos caigamos.
El equilibrio depende de
múltiples sistemas. Mientras que la visión proporciona datos sobre la posición
y el entorno, el aparato vestibular (oído) detecta cambios en la postura de la
cabeza y suple y complementa la falta de señales visuales. Por su parte, el
sistema propioceptivo o somatosensorial informa sobre la posición de las
articulaciones, el reparto del peso en la planta del pie y el tono muscular.
En definitiva, todos estos
sistemas envían información sobre la posición de nuestro cuerpo al cerebro, que
a su vez lanza una respuesta automática para corregir desequilibrios. Pero la
fuerza muscular también es importante, como señala otro estudio, especialmente
en personas mayores. La disminución de dicha fuerza y la coordinación puede
llevar a un mayor riesgo de caídas y lesiones con la edad.
A medida que envejecemos,
todos estos sistemas se deterioran, lo que afecta nuestra capacidad de
conservar el equilibrio. Además, condiciones como la obesidad, enfermedades
cardíacas, hipertensión y diabetes tipo 2 también la comprometen.
La importancia de ejercitar el
equilibrio
Afortunadamente, el equilibrio
se puede mejorar con la práctica, realizando ejercicios tan simples como
pararse sobre una pierna y caminar en línea recta o sobre superficies
inestables. También resulta esencial mantener una fuerza muscular adecuada. El
yoga y el taichí, por ejemplo, son excelentes para mejorar la estabilidad y la
coordinación.
La expresión «lo que no se usa
se pierde» se aplica perfectamente en el contexto de la condición física
corporal. La falta de ejercicio y de diferentes estímulos corporales puede
llevar a una disminución de la fuerza muscular, la flexibilidad y el
equilibrio. Mantener una rutina de ejercicios resulta crucial para conservar
esas habilidades y prevenir el deterioro físico.
En suma, la capacidad de
mantener el equilibrio sobre una pierna se ha revelado como un indicador
valioso de la salud y la longevidad. Por eso, incorporar ejercicios de
equilibrio en la rutina diaria puede ayudar a mejorar la estabilidad, reducir
el riesgo de caídas y, en general, a envejecer saludablemente. BP
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