Teresio Olivelli, Venerable
Mártir Laico, 17 de
Enero
En el campo de
concentración de Hersbruck, Alemania, Siervo de Dios Teresio Olivelli,
asesinado por odio a la fe († 1945).
Teresio nació, el 7 de enero de 1916, en el norte de Italia, estudió Derecho y ya desde adolescente era un católico inquieto y apasionado enrolado en la Acción Católica. Se distinguía por su amor a los pobres y a los débiles, gracias también a la influencia de su tío, que era sacerdote. Iba todos los días a misa y meditaba a diario los Evangelios y el conocido libro Imitación de Cristo, de Thomas de Kempis.
Teresio nació, el 7 de enero de 1916, en el norte de Italia, estudió Derecho y ya desde adolescente era un católico inquieto y apasionado enrolado en la Acción Católica. Se distinguía por su amor a los pobres y a los débiles, gracias también a la influencia de su tío, que era sacerdote. Iba todos los días a misa y meditaba a diario los Evangelios y el conocido libro Imitación de Cristo, de Thomas de Kempis.
Quiso ayudar a los
católicos españoles perseguidos durante la Guerra Civil
Al estallar la guerra
civil en España y la furibunda persecución que se produjo contra la Iglesia y
los católicos (4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y religiosos, 283 monjas y más
de 3.000 seglares fueron asesinados, siendo ya cientos de ellos beatos y
santos), Olivelli no podía quedarse de
brazos cruzados y se preparó para acudir a España por su cuenta para defender a
los católicos, pero al margen del régimen fascista italiano.
Finalmente, su tío sacerdote logró disuadirle. Aún
así en una carta, este joven italiano decía a su familiar sobre la situación
española:
“La juventud o es
heroica o es miserable. El hombre no puede darle a una idea la mitad de sí
mismo, lo da todo. Así que cuando es Cristo el ideal que nos impulsa, creo que
el deber se cumple con un amor totalitario a Él y que debe ser consumado hasta
la última gota. O la fe se vive como conquista o bien se asemeja a la anemia de
los invertebrados. En la católica
España se está atacando a lo Divino en nosotros, se combate para vencer al
anti-Cristo, negación del hombre y de Cristo. El futuro no pertenece a
los blandos. La vida es perfecta cuando es perfecto amor”.
Intentó aplicar los
principios cristianos al fascismo
Ya como un joven
profesor de Derecho en la Universidad de Turín se mostró muy activo en el
ámbito cultural y mientras se hacía cargo de los pobres del Cottolengo turinés
era cercano al régimen fascista intentando cambiarlo desde dentro con una
corriente crítica. Rechazaba la violencia, las diferencias raciales e intentaba
impregnar de cristianismo a la ideología que sustentaba el régimen italiano. Era un momento en el que un sector creía
que todavía era posible aplicar los principios cristianos al fascismo.
Luchando en el frente
ruso
Tras estallar la II
Guerra Mundial se enroló como
voluntario de los Alpinos para luchar en Rusia. Allí conoció el
horror de la guerra y de las ideologías que habían llevado hasta esta situación
y le cambió para siempre. Sus compañeros estaban admirados por su asistencia
espiritual y cómo confortaba a los heridos y moribundos. No dudó en arriesgar
su vida en numerosas ocasiones para rescatar a los caídos en combate y así
anduvo 2.000 kilómetros a píe. Regresó a Italia en 1943 y lo primero que hizo
fue informar ya fuera por carta o en persona de la suerte de los soldados con
los que había estado. Sólo tenía 27 años pero sentía esa gran responsabilidad
con el prójimo.
Detenido por los nazis
Tras el armisticio de
ese año y la consiguiente invasión por parte de los nazis de toda la parte del
país que no había sido recuperada por los aliados, Teresio Olivelli se negó a rendirse a las tropas de Hitler y a ser cómplice
de sus actuaciones y matanzas.
En la resistencia
católica y a favor de una revuelta moral
Fue así como fue
detenido y enviado al campo de
prisioneros de Innsbruck, del cual intentó escapar sin éxito. Más tarde
fue trasladado a Ratisbona y más tarde a Markt Pongau, de donde logró escapar y
huir andando a Italia.
Allí se unió a la resistencia católica pero
rechazando la violencia. Para él, la reconstrucción de Italia no
sería plena sin los valores cristianos por lo que estaba ansioso por difundir
por todo el país la necesidad de una rebelión de conciencia y del intelecto
frente al poder de las armas. Para llevar a cabo esa idea fundó en marzo de
1944 El Rebelde, una publicación clandestina que circuló en ámbitos
de inspiración católica. En ella
se publicaba el manifiesto “rebeldes” en el que se llamaba a una revuelta moral
contra el fascismo así como la oración de los rebeldes.
Detenido de nuevo y
enviado a campos de concentración
En abril era detenido en
Milán por la Policía fascista y encerrado en la prisión de San Vittore, donde
recibió numerosas palizas. De ahí fue trasladado al campo de concentración de
Fossoli y de ahí deportado al campo de Bolzano. Logró escapar de este campo y se ocultó en un almacén durante un mes
hasta que fue descubierto.
Tras una brutal paliza
fue trasladado a Alemania, al campo bávaro de Flossenbürg. Allí se enfrentó a
las SS y frente al odio y la violencia él aplicaba la fe y la caridad. Para salvar a otros utilizaba su dominio del
alemán, incluso cargando él con sus culpas.
Asistente espiritual de
los más débiles
Por las noches organizaba el rezo del Rosario y
al igual que hizo en el frente ruso se convirtió en un asistente espiritual del
resto de presos. Le llamaban el “sacerdote sustituto”. No dudaba en dar su
comida y lo que necesitaran otros compañeros suyos.
Más tarde fue trasladado
al campo de concentración de Hersbruck, donde coincidió y ayudó a su amigo, el ahora beato Odoardo Focherini.
Los prisioneros que sobrevivieron recuerdan de Olivelli su serenidad y coraje y
su ayuda constante a los presos más vulnerables.
Murió protegiendo a otro
prisionero
Y fue precisamente
ayudando a los débiles como murió. En
enero de 1945 hizo de escudo humano para proteger a un débil preso ucraniano
por lo que los nazis le golpearon de manera más brutal aún. Llegó a la
enfermería moribundo pero con la suficiente lucidez para rezar y pedir que su
ropa fuera a parar a un amigo. Después, y con tan sólo 29 años, murió por “odio
a la fe”.
En febrero de 2018, 73
años después de su muerte, la Iglesia le declarará beato.
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