A veces
tenemos la idea de que la historia humana avanza siempre hacia el progreso y el
bien. La realidad, sin embargo, contradice esa apreciación, porque no son pocas
las ocasiones en las que caminamos hacia la barbarie y el mal.
En el tema de
la justicia, por ejemplo, ha habido importantes conquistas, se han superado
discriminaciones infames. El esclavismo ha sido abolido en casi todo el mundo.
El desprecio a la mujer cada vez es más rechazado. El racismo recibe una
condena casi universal. El odio a quienes son de ideas o religiones distintas
está siendo fuertemente perseguido.
Sin embargo, y
junto a tantos progresos, hay muchos lugares en los que nace y se difunde el
“genetismo”. ¿Qué es esto del genetismo? Es una tendencia social, muy extendida
entre los “países desarrollados”, que permite la eliminación de los seres
humanos genéticamente diferentes, defectuosos o “inferiores”.
Esto es
posible gracias a que las técnicas de diagnóstico prenatal permiten descubrir
cada vez más enfermedades. Por lo mismo, disminuyen los nacimientos de niños
enfermos, precisamente porque la sociedad ve casi como normal el que sean
eliminados antes de nacer. Como si fuese un triunfo médico el matar al enfermo
para que haya menos enfermedades...
Al mismo
tiempo, en los países donde se usa y se abusa de la fecundación in vitro, cada
vez hay más voces que aplauden el uso del diagnóstico preimplantatorio para
prevenir enfermedades genéticas. De este modo, dicen, nacerán sólo hijos sanos.
Olvidamos así que tal “éxito” es posible gracias a la eliminación de todos
aquellos embriones descartados como “imperfectos”.
Los resultados
del genetismo son cada día más alarmantes. En algunos países, por ejemplo, el
90 % de los embriones y fetos con síndrome de Down son abortados, sin que tal
eliminación discriminatoria produzca protestas, ni movilizaciones, ni
escándalos.
En Gran
Bretaña, el diagnóstico genético preimplantatorio se usa sobre todo para
enfermedades genéticas muy graves, como la fibrosis quística. Pero algunos ya
están pidiendo que se aplique a enfermedades más sencillas y no siempre
transmitidas a través de los genes, como el cáncer de pecho o de colon.
El genetismo
es la última y más reciente frontera del racismo. Ahora se aplica a los seres
más indefensos, los embriones y fetos. No tardará en aplicarse a los adultos
genéticamente defectuosos, sobre todo cuando intenten hacer seguros de vida o a
la hora de pedir la aceptación en algunos puestos de trabajo.
La dignidad de
una vida humana no está en sus genes. Está en su condición de persona, que va
más allá de las razas, del sexo, de la genética. Hace falta proponer con
energía esta verdad, para que el mundo moderno y la tecnología no sean
instrumentos usados para destruir y para marginar, sino para defender, curar y
proteger la vida de todos, sin discriminaciones. FP
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