Lucas concluye su relato
del nacimiento de Jesús indicando a los lectores que «María guardaba todas
estas cosas meditándolas en su corazón». No conserva lo sucedido como un
recuerdo del pasado, sino como una experiencia que actualizará y revivirá a lo
largo de su vida.
No es una observación
gratuita. María es modelo de fe. Según este evangelista, creer en Jesús
Salvador no es recordar acontecimientos de otros tiempos, sino experimentar
hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana nuestra vida.
Por eso, Lucas utiliza
un recurso literario muy original. Jesús no pertenece al pasado.
Intencionadamente va repitiendo que la salvación de Jesús resucitado se nos
está ofreciendo “HOY”, ahora mismo, siempre que nos encontramos con él.
Veamos algunos ejemplos.
Así se nos anuncia el
nacimiento de Jesús: “Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador”. Hoy
puede nacer Jesús para nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y
cambiarla para siempre. Con él podemos nacer a una existencia nueva.
En una aldea de Galilea
traen ante Jesús a un paralítico. Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su
pecado y lo sana ofreciéndole el perdón: “Tus pecados quedan perdonados”. La gente
reacciona alabando a Dios: “Hoy hemos visto cosas admirables”. También
nosotros podemos experimentar hoy el perdón, la paz de Dios y la alegría
interior si nos dejamos sanar por Jesús.
En la ciudad de Jericó,
Jesús se aloja en casa de Zaqueo, rico y poderoso recaudador de impuestos. El
encuentro con Jesús lo transforma: devolverá lo robado a tanta gente y
compartirá sus bienes con los pobres. Jesús le dice: “Hoy ha llegado la
salvación a esta casa”. Si dejamos entrar a Jesús en nuestra vida, hoy mismo
podemos empezar una vida más digna, fraterna y solidaria.
Jesús está agonizando en
la cruz en medio de dos malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: “Jesús,
acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. Jesús reacciona inmediatamente: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso”. También el día de nuestra muerte será un día
de salvación. Por fin escucharemos de Jesús esas palabras tan esperadas:
descansa, confía en mí, hoy estarás conmigo para siempre.
Hoy comenzamos un año
nuevo. Pero, ¿qué puede ser para nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién
hará nacer en nosotros una alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más
humanos? De poco sirven los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos
a lo mejor que se despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada
día. No hay que esperar a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación. JAP
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